Argentina

Niños impactados por la pandemia: las 6 alarmas emocionales que tenés que escuchar

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 Si bien la mayoría de los niños y niñas tiene una gran flexibilidad y adaptación a los cambios, no todos cuentan con la contención familiar o ambiental adecuadas, ni poseen las mismas herramientas para enfrentar las diversas situaciones.

Por lo tanto, a la hora de analizar los efectos de este contexto de pandemia sobre la infancia, necesariamente tendremos que observar diversas cuestiones, que son de orden económica, socioambiental, cultural, familiar y personal.

En los meses que llevamos de pandemia, los niños y niñas han sido los más resguardados y quienes más encerrados permanecieron. De la noche a la mañana, dejaron de hacer sus actividades habituales, perdieron la contención emocional que brinda la rutina escolar, interrumpieron los encuentros de todo tipo con sus pares y sus docentes, se vieron obligados a abandonar la práctica de deportes, arte y otras actividades lúdicas.

Además, en muchos hogares, la madre, el padre o ambos han perdido sus empleos o sufrieron una drástica disminución de ingresos, lo cual condujo a un contextos familiares diferentes e incluso de carencias.

Observando este contexto problemático, quienes trabajamos desde la pediatría con niñas y niños hemos registrado algunas cuestiones importantes:

Una mayor tendencia al aumento de peso. La obesidad ya es una pandemia en sí misma y continúa en aumento. Las causas son múltiples: mayor ingesta por aburrimiento, incremento del consumo de comestibles no saludables y menor práctica de actividades físicas.

Trastornos del sueño: los chicos, en especial los adolescentes, han invertido sus horarios de sueño/vigilia, ya sea por angustia, falta de rutinas o uso de dispositivos tecnológicos que los mantienen despiertos. Y el insomnio se manifiesta, no solo provocado por distracción sino también por agobio, sensación de encierro o por distinto tipo de emociones.

También se observan cambios en la conducta: mayor irritabilidad, rebeldía, miedos que antes no existían, llanto constante, apego y aparición de tics nerviosos.

Incluso hay niños que volvieron a hacerse pis encima o en la cama. En algunos, se puede ver una mayor tendencia a la introspección. Al no tener contacto con sus pares, les resulta más dificultoso manifestar sus emociones. O directamente no encuentran la forma de expresarlas.

Cambios en la visión y de tipo postural, adicción a las pantallas: el exceso en el uso de la tecnología va a dejar secuelas a la hora de trabajar.

En muchas consultas clínicas, se han detectado niños y niñas con claros signos de depresión, sin voluntad para levantarse de la cama, sin articular palabras y sin momentos de juego.

Además, hay que tener presente que muchos niños y niñas han perdido a algún ser querido durante este contexto y que no hubo posibilidad de despedirse del familiar o del amigo.

Estos tiempos tan singulares nos afectan a todos, y a ellos también. Como adultos responsables, es fundamental que estemos atentos a las señales alarma que dan los chicos y que, ante cualquier duda, consultemos con un profesional para que guíe y detecte cualquier desvío en la salud.

Por Dra. Celeste Celano