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Es adicta al sexo y así es cómo logró controlar sus impulsos

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Es adicta al sexo y así es cómo logró controlar sus impulsos

Katy Moore contó la experiencia de vivir con una obsesión que no mucha gente entiende.

La adicción al sexo o la hipersexualidad puede llegar a convertirse en un problema si no se identifica a tiempo, deteriorando las relaciones íntimas e interpersonales, según los especialistas. Ocurre cuando el deseo sexual es constante y en todo momento del día, y se suele dejar de lado las obligaciones laborales y personales.

Se trata de un comportamiento irrefrenable, repetitivo, que genera culpa y sensación de vacío de un modo intolerable y preocupante una vez que baja la tensión del momento.

“Cuando la gente escucha la palabra adicción al sexo casi siempre tiende a burlarse y a no entender el padecer de estas personas. Todas las adicciones, al igual que esta, son llevadas en secreto causando un nivel de sufrimiento y vergüenza que afecta al individuo negativamente”, explica Lydia Delfino, sexóloga clínica.

Katy Moore es una persona que presenta hipersexualidad y decidió dar su testimonio de cómo sobrelleva su adicción. En Whimn describió su obsesión como «paralizante» y explicó que se sentía «físicamente enferma» cuando la ignoraban y cada vez tenía más ansiedad y más cambiaba su comportamiento.

Entre las cosas que llegó a hacer para tener sexo enumeró acechar a hombres, enviar mensajes obsesivos e incluso a viajar en avión a otros países para juntarse con alguien. Según ella, todo lo que hizo como adicta al sexo fue un «intento desesperado de encontrar el amor».

«Perseguí a tipos no comprometidos, me enamoraron los hombres casados ​​y usé el sexo para atraer a cualquiera, con la esperanza de que se enamoraran desesperadamente de mí; cuando todo lo que realmente quería era esa cercanía con alguien, con cualquiera», detalló.

«En la segunda reunión, encontré el valor para hablar. Aunque no se esperaba de mí tan pronto, sentí la necesidad de hablar como si mi vida dependiera de ello», dijo Moore.

Moore decidió buscar ayuda después que tuvieran que ingresarla por haber sufrido un ataque de pánico,provocado porque un hombre no le respondió un mensaje de texto. Fue entonces cuando encontró un grupo de autoayuda de adictos al sexo llamado Sex and Love Addicts Anonymous (SLAA).

En su primera sesión se sentía avergonzada y no sabía si iba a serle útil hasta que empezó a escuchar los testimonios de los otros presentes. “Levanté mi cabeza y mi corazón se abrió con luz y esperanza. Estas personas no eran pervertidos ni sedientos sexuales, sino humanos, que sufrían buscando apoyo mutuo. Eran estudiantes, hombres de familia, madres, banqueros, actores y chicas como yo. Fui derrotada. Cada historia que escuché, resonó conmigo. Me vi a mí misma y a mi dolor en cada palabra. No estaba sola. Había encontrado a mi gente”, relató.

Probó distintos grupos hasta que halló uno con el que más se sentía cómoda y que ella creía que le iba a permitir seguir los pasos adecuados para sobrellevar su adicción. Con el apoyo que le brindaron sus integrantes, pudo empezar a controlar sus impulsos.

Lo que más le costó fue el mes inicial de abstinencia. Fue una acción clave para superar su adicción si bien el proceso fue muy duro. “Caí en una profunda depresión y comencé a pensar en autolesionarme, lo cual no había hecho durante años. Todas mis emociones burbujearon a la superficie y me di cuenta de que esta adicción me había ocupado tanto de mi tiempo que no sabía quién era sin ella. Había estado en las profundidades del aislamiento y la desesperación y ahora me sentía renovada y revitalizada, con una perspectiva completamente nueva”, expresó.

Al ver los buenos resultados que le dio el poder compartir con otras personas su adicción, Moore decidió no dejar el grupo y estuvo yendo por dos años en los que recayó pero tenía la contención suficiente para reponerse. Tras lo cual, decidió compartir su experiencia con el resto del mundo para convencer a otros con su mismo problema que la solución está en pedir ayuda y buscar el apoyo de otras personas que compartan la misma adicción. “SLAA literalmente me salvó la vida. Esas personas en esas habitaciones salvó mi vida. Yo salvé mi vida porque la tomé en serio”, concluyó.

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