Las autoridades aseguran que no afectará zonas urbanas. Una de las especies de roedores es la transmisora del hantavirus.
En las próximas ocho semanas un amplio sector de la Cordillera espera una invasión de roedores que en la jerga científica es conocida como ratada. Las autoridades de Chile y de la Argentina han implementado un importante plan de contención que implica el monitoreo constante y el uso de trampas, zanjas y hasta de búhos, capaces de engullir miles de roedores anualmente, para contener su población.
Esta oleada, compuesta por el ratón colilargo y el ratón oliváceo, se produce debido a la floración masiva de la caña colihue, una especie de bambú que crece en toda la región húmeda y cuya semilla sirve de alimento natural.
El ratón colilargo es la especie transmisora del virus hanta que a fines del 2018 dejó un saldo de 14 muertos y más de 30 contagios en la zona de Epuyén, Chubut. Sin embargo, no se han detectado contagios que coincidan con la floración y la consecuente ratada, explican informes históricos.
Normalmente, por cada hectárea de terreno se registran entre 50 y 100 roedores de ambos tipos, pero durante la ratada los números se disparan. En los periodos de excepcional floración las estadísticas indican que por cada hectárea se encuentran unos 1500 roedores. Es decir, que en 1000 hectáreas de territorio la población tocaría los 1.5 millones de ejemplares. En estas épocas y en horas de la noche puede observarse a los roedores avanzando en grupos que cubren el campo.
La superficie afectada por la caña colihue esta temporada está compuesta por unas 90 mil hectáreas, que abarcan el noroeste del Parque Nacional Nahuel Huapi y el sur de la provincia de Neuquén. Un enorme escenario en el que se ubican villa La Angostura, Villa Traful y el Parque Nacional Lanín.
Pero el avance no es puramente matemático y depende del clima y las características geográficas. Los sectores muy altos, por ejemplo, quedan libres de la ratada.
El fenómeno preocupa a las autoridades de Río Negro y de Neuquén, aunque aclaran que el fenómeno no debería afectar de modo significativo en las áreas urbanas. En otras palabras, los turistas no notarán la aparición de los roedores en la zona. Por lo demás, el invierno no es temporada de camping, lo que sustrae a los humanos del ambiente.
“Es un fenómeno natural que se genera porque hay más semilla disponible. No quiere decir que las localidades van a ser invadidas, este es un fenómeno principalmente rural y de zonas periurbanas”, explicó a Clarín Diego Cannestraci, intendente del Parque Nacional Nahuel Huapi.
“No hay que preocupar a la gente más de la cuenta. El crecimiento en el territorio tampoco es parejo, depende de la vegetación, de la altura, de varios factores”, agregó.
En el periodo 2000-2001 se registró una situación similar en el Parque Nacional Lanín y en 2010-2011, otra en el sur del Parque Nacional Nahuel Huapi. La más reciente data de 2014 y ocurrió en el Parque Nacional Los Alerces. No obstante, los registros históricos marcan ratadas en 1930 y 1940.
¿Cómo se explica esta marejada de roedores? La floración masiva de la caña colihue ocurre cada períodos que pueden tener de 40 a 70 años; esto es así por diversos motivos de orden natural, como la actividad migratoria de los animales, aves e insectos y cuestiones climáticas. Una vez que sucede, lo siguiente es que la semilla caiga al suelo. Así, los niveles inusualmente altos de alimentos disponibles empuja el crecimiento de la población de roedores colilargo y de otra fauna, como el monito del monte y aves como la chucao y la paloma araucana.
La floración en esta oportunidad comenzó en diciembre de 2018 y la semilla se precipitó en marzo. De modo que los roedores han tenido alimentación abundante los últimos tres meses y medio de 2019. Y más comida es igual a más individuos. Los especialistas calculan que la ratada se quedará sin provisiones en septiembre, con la llegada de la primavera. Algunos roedores podrían internarse en áreas pobladas, pero esto marcará el final de la invasión.
En los últimos meses, expertos del Parque Nacional Nahuel Huapi y del Centro de Ecología Aplicada de Neuquén (CEAN) vienen comprobando la multiplicación de los roedores. “El proceso es indetenible. La caña ya floreció, el colilargo aprovecha una cantidad abundante de semilla y genera una respuesta numérica. Se reproduce más veces por año y con camadas más numerosas”, explicó Martín Monteverde, director de ecosistemas terrestres del CEAN de Río Negro.
Para permanecer atentos y desarrollar medidas preventivas, se creó una Mesa Interprovincial, que comenzó a tomar medidas, las que se profundizarán en las siguientes semanas, informaron a este diario especialistas del organismo en Río Negro.
En distintos puntos de la Cordillera se están colocando trampas con cebo y se realizan controles horarios, entre otras acciones. Como la invasión también se extiende hasta Chile, las autoridades del paso Pajaritos, con la colaboración de la Corporación Forestal Chilena (Corfo), vienen fomentando el aumento artificial de la población de búhos, un depredador natural de roedores. Según estudios internacionales, cada nido de 30 pichones puede consumir más de 5000 colilargos por año.
En las habitaciones del puesto fronterizo que utilizan los funcionarios trasandinos del se han descubierto decenas de ratones, registrados en fotografías que se viralizaron.
Del lado argentino, en Cardenal Samoré, a 42 kilómetros de villa La Angostura, se han implementado medidas sanitarias y de control, aunque todavía no se llegó al punto de comprar búhos.
Ambos pasos fronterizos decidieron limitar el horario de atención a la franja horaria que va de las 10 a las 17 horas puesto que los roedores suelen andar de noche. «El horario nocturno es cuando hay mayor actividad de estos animales y queremos prevenir cualquier cosa. Algunos camiones que operan por las noches pueden llevarse roedores pegados en las ruedas. También limitamos el contacto del personal con las ratas”, explicó a Clarín un fuente de Gendarmería Nacional.
Los aduaneros y Carabineros chilenos han advertido que los roedores se comen los cables de las máquinas. En breve, de ambos lados de la frontera el personal comenzará a utilizar guantes y barbijos, según trascendió.
A 8 meses del brote de hantavirus
El último brote de hantavirus tuvo como epicentro la localidad chubutense de Epuyén, y dejó en todo el país un saldo de 14 muertos y más de 30 contagios. El transmisor de este temible virus, que afecta el funcionamiento pulmonar, es el ratón colilargo abundante en la zona cordillerana.
La cepa Andes del virus que transporta el roedor ha mutado en los últimos años y adquirió una preocupante característica: el virus puede contagiarse de persona a persona en una simple conversación. El vapor de la saliva, indican los especialistas, se convierte en su vehículo invisible.
El brote comenzó el 24 de noviembre de 2018 durante un cumpleaños de quince en Epuyén. Allí se contagiaron 16 personas a partir de un único individuo que se había infectado trabajando en un sector rural. La adolescente murió, pero el primer afectado sobrevivió. También falleció su esposa. Entre los casos fatales hubo adolescentes, adultos y ancianos.
Las autoridades impusieron la reclusión sanitaria a más de 100 vecinos para detener la propagación.
Los síntomas del hantavirus se parecen a los de una gripe sin mucosidad. El paciente manifiesta fiebre, dolores de cabeza y dolores en la parte baja de la columna. Algunos enfermos relataron a Clarínque sintieron también un decaimiento fulminante que les impedía incluso tomar agua. Un síntoma grave que preocupó a los expertos.
En Epuyén se conocieron casos de familias que quedaron destrozadas por la muerte de dos o más de sus integrantes. Mientras tanto Epuyén, al que acuden más de 1000 visitantes por día en lo mejor del verano, sobre todo para acampar, permaneció desolado.
En marzo de 2019, las autoridades de Salud de Chubut dieron por terminado el brote.
Clarín