Esas PFAS, que realmente es un nombre adoptado para referirse a sustancias » alquílicas per- y polifluoradas o sustancias altamente fluoradas» son extremadamente persistentes y dañinas para el ecosistema.
El agua de lluvia ya no es potable en ningún lugar del mundo. Así lo ha explicado esta semana una revista científica y tecnológica de la Universidad de Estocolmo, que ha detallado que «incluso en la Antártida y en la meseta tibetana, el agua de lluvia no es segura para beber».
Esto, en palabras de los investigadores, se debe a que las PFAS (sustancias químicas y peligrosas creadas por el propio ser humano) se han propagado por la atmósfera de todo el planeta y provocan que ese agua de lluvia, o incluso la nieve en lugar de difícil acceso, esté ciertamente contaminada o con sustancias tóxicas.
Esas PFAS, que realmente es un nombre adoptado para referirse a sustancias » alquílicas per- y polifluoradas o sustancias altamente fluoradas» son extremadamente persistentes y dañinas para el ecosistema.
Según detalla esta publicación, son también perjudiciales para la salud del ser humano: pueden afectar provocando cáncer, infertilidad o complicaciones en el embarazo, problemas en el sistema inmunitario o problemas de aprendizaje y conducta en los más pequeños.