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Dr. Juan José Alba: “Acá hubo un apresuramiento que no logro comprender”

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Ante el anuncio del Gobierno nacional de que se vacunará con Sinopharm a menores de 3 a 11 años de edad, el pediatra y especialista en epidemiología, dio a conocer su postura:
El doctor Juan José Alba dialogó ayer con la prensa ante la inquietud de muchos padres que dudan acerca de si accederán a vacunar a sus hijos de corta edad, o no. El pediatra, aunque admitió ser “un acérrimo defensor de las vacunas”, consideró que la vacunación de niños pequeños no es conveniente “porque no hay suficiente evidencia a nivel mundial”. En cambio, se mostró a favor de aplicar una tercera dosis a los adultos “porque causaría un mayor impacto epidemiológico”.
Dr. Juan José Alba, pediatra y especialista en epidemiología.
Dr. Juan José Alba, pediatra y especialista en epidemiología.

La decisión oficial anunciada por el Ministerio de Salud de la Nación, de vacunar al segmento poblacional que se extiende desde los 3 a los 11 años de edad, causó un sinnúmero de dudas en los padres. Sobre esas inquietudes fue consultado ayer al mediodía el médico pediatra Juan José Alba, quien además es especialista en epidemiología. En diálogo con los periodistas Santiago Reyes y Connie Ojeda, el medico aclaró que su opinión era a título personal y profesional.
“A mí me parece un poco apresurada la decisión del Gobierno de vacunar contra el COVID a los más chiquitos sobre todo porque no hay tanta evidencia a nivel mundial y son pocos los países que han iniciado la vacunación. En contraposición en cambio, creo que en el caso del segmento de los adolescentes, que como hemos visto se comportan como adultos jóvenes, no hay dudas que debe vacunarse”.
En su explicación, el profesional abundó en detalles: “Creo que deberían haber más estudios y saber qué es lo que llevó al Gobierno a tomar esta decisión, dado que cuando se lanza una vacuna al mercado la población debe estar muy bien informada sobre cuáles son los riesgos y los beneficios, como sucede ante cualquier intervención en la salud que se haga. Yo soy un acérrimo defensor de las vacunas y las promuevo desde mi trabajo en el consultorio pero en la que se aplica contra el COVID existe, como en todas las demás vacunas, una mínima posibilidad de efectos adversos que hay que evaluar con el riesgo de sufrir la enfermedad. Por ejemplo, en el caso de los adultos mayores no hay ninguna duda que ante el riesgo de enfermarse de coronavirus y terminar en una terapia intensiva, es menor el riesgo de colocarse la vacuna, por lo que es recomendable que toda esa franja etárea se vacune. Pero en el caso de los chicos hay que considerar que las internaciones son pocas y que la tasa de fallecimientos en el mundo es baja, salvo una mayor incidencia que se ha dado en adolescentes obesos o con otras factores de riesgo. Lo que se ha visto es que los chicos con COVID cursan la enfermedad con síntomas muy leves”.
Alba remarcó más adelante: “Insisto en que es una decisión apresurada la de vacunar al segmento de los más chiquitos, es decir de 3, 4, 5, 6 años, porque su incidencia no se ha estudiado convenientemente. A mí me gustaría saber primero cuál es la opinión de los expertos en vacunas. Uno esperaría que si el Gobierno adopta una medida así, lo hiciera acompañado y con el respaldo de profesionales que tengan mucha experiencia en el tema. Acá creo que hubo un apresuramiento que no logro comprender”.
En referencia a la experiencia de otros países, el entrevistado mencionó el caso de Chile: “En el país vecino se está vacunando a los chicos de 6 a 11 años invocando el efecto del COVID prolongado o las consecuencias post COVID. Lo concreto es que los pediatras no estamos viendo ese efecto en los nenes más chiquitos sino que continuamos lidiando con los de otros virus que tienen un impacto mucho mayor y a largo plazo. El problema más grande para los chicos de 1, 2 o 3 años no es el COVID sino otros virus ante los cuales todavía hoy no tenemos ninguna herramienta más que la prevención. El otro argumento que se está usando es la falsa conveniencia de vacunar a los más chiquitos para proteger a los adultos más grandes. Ese razonamiento es cuestionable desde el punto de vista ético porque el adulto ya sabe que tiene que vacunarse, que mejorar su estado de salud y cuidarse, por lo que a mí no me parece para nada que esté bien semejante idea”.
Consultado acerca de su experiencia como pediatra, el Dr. Alba refirió que “me ha tocado seguir la evolución de una gran cantidad de familias con COVID, algunas de las cuales sufrieron la dolorosa pérdida de un padre o abuelo. Y en lo que respecta a los chicos, yo no he tenido desde que empezó la pandemia a la fecha, ningún paciente pediátrico en internación exclusivamente por esa patología. Seguramente en los hospitales o clínicas habrá habido casos de chicos internados pero no es el coronavirus la razón por la que son ingresados a un centro de salud. La semana pasada por ejemplo, una colega de Río Grande me comentó que acababan de internar a un bebé de un mes de vida, con COVID. Le dije que era muy raro que una criatura de esa edad hubiera contraído coronavirus, sobre todo si la madre contaba con las vacunas y sugerí que le hiciera más estudios. Así lo hizo y se constató que en realidad tenía el virus sincitial, que está circulando mucho en estos momentos y que hace que los chicos lleguen a las guardias y falten al jardín. Es un virus que afecta las vías respiratorias de los niños, que todos los años circula y para el que lamentablemente no existen vacunas. Tampoco se puede dejar de tener en cuenta que una de las razones por la que los países europeos no están vacunando a la población infantil es que la tasa de internación de esa franja etárea es muy baja y de cero prevalencia, es decir que los estudios que buscan anticuerpos han demostrado que en esta etapa de la pandemia muchos chicos ya cuentan con inmunidad y por ende, no sería lógico vacunarlos. De hecho la mayoría de los países desarrollados de Europa y Estados Unidos, lo que se plantean ahora es no vacunar a los chicos sino dar una tercera dosis a los adultos, lo que creo que sería una medida que causaría un mayor impacto desde el punto de vista epidemiológico”.
Por último, el epidemiólogo advirtió: “Hay que estar seguros de que la vacuna que se elija para los niños no presente efectos adversos porque eso va a traer entre otras consecuencias que la población se desaliente y además si se incorpora la vacuna y la gente reacciona con dudas, esa actitud después puede replicarse ante la necesidad de colocarse otras vacunas”.


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