Tierra del Fuego está atravesando uno de los períodos más tristes de su historia. A la fuerte caída de la actividad económica, la desaparición de la obra pública y al incremento de la desocupación, se suma además que es la provincia con más muertes por cada millón de habitantes de todo el país.
Solamente superada por CABA, epicentro de la pandemia del COVID-19, Tierra del Fuego ostenta el segundo lugar en cantidad de muertos con 1868,2 por cada millón de habitantes. Una cifra espeluznante que pone la piel de gallina al tratarse justamente de la provincia más despoblada del país.
No existe casi vecino de la provincia, que no conozca algún fallecido por el COVID-19. Muchos de ellos, familiares, amigos o compañeros de trabajo. Una verdadera tragedia, que pareciera no conmover en nada a las autoridades provinciales.
A casi un año de cumplirse desde el inicio de la pandemia, la provincia no sumó ni una cama, ni una ambulancia al sistema sanitario, postergó la inauguración de obras terminadas como el centro de salud de la margen sur, paralizó la ampliación del Hospital regional de Ushuaia y prometió reformas al casino, que nunca se hicieron.
Peor aún, el mismo Dr. Tonino, uno de los (i) responsable del gobierno en el manejo de la pandemia, confirmó que faltan medicamentos en el Hospital, haciéndose eco del malestar y cansancio del personal médico.
Cuántos más deberán morir, para que las autoridades provinciales se hagan cargo de la situación. ¿Dónde estará vacacionando la Dra. Di Giglio con su abultado sueldo? ¿o la desaparecida Chaperón? Del gobernador, mejor ni preguntar…
