Se trata de Ulises Balza, quien es biólogo de la UBA y becario del CONICET.
Se acercó al mundo de las aves a los 12 años cuando ganó una guía de aves de Argentina en un concurso de dibujos, y en ese entonces descubrió un ave rapaz que sólo vive en las islas del mar Austral y se convirtió en su pasión.
Tras su preparación académica en Buenos Aires volvió para realizar su tesis junto al equipo de la bióloga Andrea Raya Rey para monitorear al Carancho Austral en su hábitat de la Isla de los Estados.
Este ave rapaz es muy poco conocida, vive en el archipiélago fueguino, las islas Malvinas, la Isla de los Estados y los canales del sur de Chile. Quedan aproximadamente 2500 individuos de esta especie y tanto en la Argentina como en Chile se lo considera casi en extinción.
El trabajo se centra en la bahía Franklin donde monitorean unos 20 nidos cercanos a acantilados y más alejados de los nidos de aves marinas, lo que implica para los caranchos tengan viajes más largos en búsqueda de alimento para sus pichones.
Para identificar a cada individuo, lo capturan y colocan un anillo con un código único. No es tarea sencilla, ya que aprovechan cuando los pichones aún están en el nido, lo que implica enfurecer a los adultos.
«Son bravos, depende de la pareja, incluso a veces hasta te tiran de un golpe o te desestabilizan. De frente nunca atacan, siempre es por la espalda. Por eso, solemos ir de a dos para evitarlos, ya que suelen ser bastante agresivos» cuenta Ulises en una entrevista al diario La Nación.
Los caranchos de la isla no son perseguidos por los humanos pero al ser aves rapaces tienen algunas particularidades: son menos abundantes, más territoriales y más longevas.
«Esta población es relevante ya que representaría el 7 o 10% de la población global, concentrada en 400 hectáreas. El sitio es prioritario para la conservación de esta especie» comenta Ulises y agrega: «Seguimos viendo, año a año, un patrón: los mismos nidos son reutilizados, independientemente de su calidad, si son malos y falla la cría, vuelven a usarlos. Suponemos que es por una cuestión de falta de alternativas. Todo parece indicar que hay unos pocos individuos reproductivos que acaparan todos los nidos y que hay muchos adultos que no se reproducen porque no tienen dónde», plantea en su tesis sobre el principal problema que atraviesa esta especie para su supervivencia.
Fuente: ActualidadTdf