Provinciales

“Estaba como loca, sacada, al parecer bajo el efecto de alguna sustancia…”

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Quienes estuvieron en el lugar del crimen describen a Gina Cárdenas como una persona agresiva y descontrolada, en contraste con las organizaciones feministas que la postulan como víctima e intentan que se la absuelva por el asesinato de su pareja.

O.F., uno de los inquilinos de la pensión en la que la imputada acuchilló en el tórax a su pareja, Alejandro Ramón Báez, declaró que al asomarse desde su habitación para ver qué ocurría, fue amenazado de muerte por la mujer: “Qué miras que te voy a matar…” – le dijo – mientras arremetía contra él para agredirlo físicamente.

En contraste con el papel de mujer sumisa y sufriente que desde el inicio del juicio que la tiene como imputada por la comisión del delito de homicidio agravado por el vínculo viene desempeñando, a Gina Cárdenas los vecinos de la pensión en la que se domiciliaba, la describen de manera muy distinta. La palabra “agresiva” y “altanera” es coincidente en sus testimonios a la hora de referir cómo es quien en la madrugada del 13 de noviembre de 2021 le clavó varias puñaladas con un cuchillo de hoja tipo serrucho, en el pecho, a su conviviente, Alejandro Báez, de 26 años de edad.
Uno de sus vecinos, precisamente, O.F., relató que en el momento de los hechos se encontraba en el departamento de la tira Nro. 16 “A” del barrio Monte Gallinero, que funciona como pensión. El lugar cuenta con cocina, comedor, living, cinco habitaciones privadas y dos baños.
“Tres meses antes de que esto pasara, Alejandro había llevado a Gina a vivir a su habitación. El alquilaba la pieza solo en un principio pero después la llevó a ella” – sostuvo el testigo, para agregar que el día 12 de noviembre alrededor de las 20, regresó de su trabajo y escuchó que Báez y Gina se encontraban juntos y riéndose dentro de la habitación, con la puerta cerrada.
Preguntado acerca de lo que ocurrió en la madrugada, el testigo expresó que alrededor de las 4 del día 13 de noviembre se despertó por los gritos de Báez y de Gina que discutían acaloradamente. Escuchó a la mujer decir repetidas veces: “¡Dejame ir, dejame ir!” (SIC) mientras que Báez le respondía “Bueno, andate” (SIC), con voz triste, exigiéndole Gina a viva voz “¡Dame la plata!” (SIC), escuchando que Báez le reiteraba: “Bueno andate” (SIC).
En su testimonio el hombre agregó que posteriormente escuchó a Gina decirle a Báez: “¡Salí, salí, que no quiero hacerte daño, no te quiero lastimar!” (SIC), estimando que Báez estaría parado en la puerta de la pieza intentando retenerla, con el fin de arreglar la situación. En ese momento, escuchó fuertes golpes y a alguien que se estaba ahogando, ante lo cual abrió levemente la puerta de su habitación. Entonces vio a Báez tirado en el suelo del pasillo, boca arriba y respirando con dificultad. También notó que el muchacho tenía manchas de sangre en el pecho y que Gina estaba arrodillada a su lado intentando reanimarlo, con las manos manchadas de sangre. Le decía “¡Ale que te pasa, noo!, discúlpame, no, no… ¿por qué?, levantate, levantate!” (SIC).
El declarante destacó que al percatarse Gina que él la estaba observando, le gritó fuertemente: “¡Qué miras, que te voy a matar!” (SIC) poniéndose de pie de un salto para arremeter contra él con obvia intención de agredirlo físicamente. Para protegerse cerró la puerta para llamar a la Policía, mientras ella seguía golpeando de manera insistente. Mientras esperaba la llegada de la Policía escuchó que Gina le decía a Alejandro Báez: “Levantate, levantate, Ale, te amo mi amor, disculpame…”(SIC).
Al preguntarle la autoridad judicial en qué estado vio a la imputada, contestó que “aparentaba estar fuera de sí, como sacada, loca. Parecía que estaba bajo los efectos de alguna sustancia”.


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