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Empleada del IPV: «Me seguía hasta el baño de mujeres y revisaba que no hablara»

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El crudo relato en primera persona da cuenta de una trabajadora de larga data del organismo en Río Grande, quien -según sus palabras- comenzó a vivir un verdadero calvario tras un inconveniente que se suscitó a partir del proceder de un empleado. Aseguró que hoy sufre taquicardia, ataques de pánico, y no puede dormir sin medicación. «Me arruinaron la vida», lamentó.


Una empleada que trabajaba en el Área de Morosidad del IPV en Río Grande hizo público un estremecedor relato, donde contó toda una serie de hostigamientos y maltrato laboral que sufrió en los últimos tiempos, por parte de otros colegas del organismo. Narró que radicó una denuncia penal y ante el Ministerio de Trabajo, tras presentar 6 informes por dicha situación y no obtener respuesta algunas de las autoridades.

«Yo denuncié a los dos hostigadores, Alonso y Barría, le resté importancia, ahora no sé que pasó pero tienen libertad de hacer lo que quieren, maltratar a quien quieren. Cuando comenzó la pandemia se paralizó todo, yo era directora de morosidad con mi compañera Soledad nos convocaron a trabajar. Nosotros no paramos nunca, trabajamos todos los días, inclusive feriados«, afirmó Sandra, la denunciante, en entrevista por Radio Provincia.

En este sentido la trabajadora, quien aseguró tener una trayectoria de más de 20 años en el IPV, indicó que todo comenzó con un «inconveniente» que se produjo con Alonso, cuando -según su testimonio- este «invitó a pelear afuera a un adjudicatario de vivienda».

«Eso fue visto por todos los compañeros, los gritos, la discusión. El adjudicatario estaba con su mamá, una adulta mayor. Yo era directora de él, me paré en medio de ellos dos porque se iban a las manos ahí adentro, en un momento empujó a la señora, el celular voló. Tuve que ir a calmar a la señora porque le subió la presión», indicó Sandra.

Agregó que, tras este altercado, labró un informe por lo acontecido «porque esta gente le puso una denuncia penal», y que a raíz de dicho informe comenzó el hostigamiento y el maltrato de toda índole hacia su persona, a modo de represalia.

«Barría y Alonso le prohibían al personal que me hablen, no me podían dirigir la palabra. Tenía prohibido ir al comedor, no podía compartir el desayuno, no podía circular. Con mis compañeros de Ushuaia hemos presentado 6 informes por hostigamiento y maltrato, parece que eso quedó en el olvido, está agregado en el expediente de la denuncia todo eso», agregó.

«ME ARRUINARON LA VIDA»

A raíz de la denuncia que mencionó Sandra por el altercado que habría tenido lugar aquel día, indicó que a la semana «vino un sábado la policía a buscarme para que prestara testimonio, estuve desde las 10 de la noche hasta las 3 de la mañana». Y luego el calvario siguió in crescendo.

«Comenzó a intimidarme con miradas, hacerme gestos de pelea, a la vista de todos. El revisaba que no fuera a hablar en el baño, se quedaba parado ahí. Desapareció todo mi trabajo, en la computadora me borraron todo, dieron la orden de sacarme todo. Se metieron en mi PC, me desaparecieron hojas de biblioratos. Una mañana yo llego y el estaba a los gritos, diciéndole a su mano derecha: «Echala a la mierda a esa, sacala, no la quiero ver más», señaló.

«Yo tenía que aguantarme burlas, cosas muy feas cuando a mi me atacaba esta gente. Cuando hice los informes ya no daba más, las burlas eran permanentes. Yo hoy en día sufro taquicardia, ataques de pánico, no puedo dormir si no estoy medicada. Me arruinaron la vida», lamentó.

«Fui a parar al médico por la presión. Fui a ATE porque estoy afiliada, continuaron igual agrediéndome. Hice la denuncia en el ministerio de Trabajo, y me dijeron que encuadraba en maltrato laboral, hostigamiento, violencia de género, bullying, discriminación. Hicieron el expediente, presenté todos los mails y pruebas, donde consta que pedía ayuda», dijo Sandra, notoriamente angustiada por esta situación que -según su relato- tuvo que atravesar.