El científico Jorge Rabassa insistió hace seis meses atrás con la importancia de que los gobiernos concienticen a la población sobre la probabilidad de eventos de esta naturaleza.
“Aunque muchos se nieguen a creerlo, las condiciones están dadas para que en algún momento se provoque un tsunami en el sur de la Costa Atlántica”, viene reiterando, una y otra vez, desde hace años, el investigador del CADIC. “Las autoridades deben tomar medidas para morigerar el impacto que podría tener un maremoto sobre las ciudades que miran a la parte más fría del Océano Atlántico” – pronostica Rabassa.
El epicentro del terremoto – el mayor de 10 eventos – fue a 36 kilómetros al noroeste de la Base Científica Antártica Artigas de Uruguay, la cual se encuentra a 1.021 kilómetros de la capital fueguina. Aunque el sismo no provocó víctimas, ni daños estructurales, volvió a instalar en el imaginario ushuaiense particularmente, el temor ante un posible movimiento marino que alcance las costas fueguinas y la localidad que por su proximidad con el continente blanco se la conoce como “la puerta a la Antártida”.
El sismo, en principio, “no reúne las características suficientes para generar un tsunami de impacto en la isla”, se informó desde el instituto uruguayo, desde donde se aclaró no obstante que no está descartado que el fenómeno pueda ocasionarse en el agua que bordea el epicentro del terremoto”.
Los diez – al menos – movimientos sísmicos tienen que ver con un tema que el investigador del C.A.D.I.C, CONICET, Jorge Rabassa viene repitiendo casi como una letanía, desde hace muchos años y en sus declaraciones más recientes, en febrero de este mismo año.
“Es probable que haya un tsunami en Tierra del Fuego y Santa Cruz. Tarde o temprano un evento de esas características va a ocurrir en el Atlántico Sur, donde existe la Falla de Magallanes y es una zona de riesgo sísmico”, dijo el geólogo y doctor en Ciencias Naturales con tesis en la Fundación Bariloche y doctorado en la Universidad de New York, a varios medios de prensa de Buenos Aires a comienzos del 2020.
“Lo que intento es concientizar a las personas y a los gobiernos. Hay una gran ignorancia sobre el tema, pero yo sigo tratando de ayudar en crear conciencia: los sismos y tsunamis existen y son posibles en nuestro país. En 1898, Mendoza fue totalmente destruida por un terremoto. Y San Juan lo sufrió en 1944. No estamos haciendo fantasía científica, solamente decimos que estas cosas pasaron y pueden volver a ocurrir…”, sostiene el investigador Superior del Centro Austral de Investigación Científica.
El punto débil de la geografía fueguina, según Rabassa es la fractura conocida como Falla de Magallanes: “Es un fragmento de corteza que al frotarse con otra porción puede liberar una energía tan potente como para provocar un terremoto. Esta es una de las fallas más activas del planeta: sólo allí se generan entre diez mil y doce mil sismos por año. Y además es enorme: se extiende desde el Pacífico chileno hasta las Sandwich y Georgias del Sur”.
El investigador agrega que “en un período que abarca entre mil y seis mil años, se produjeron al menos tres tsunamis en la zona de Magallanes y Ushuaia. Parece difícil de entender, pero en períodos geológicos no es una línea de tiempo inabarcable porque no hay que pensarlo con la medida de tiempo que tiene la civilización moderna. El descubrimiento del Estrecho de Magallanes tiene 500 años pero hubo humanos en Tierra del Fuego en los últimos diez mil. Y esta falla de la que estamos hablando tiene 20 millones de años. El último evento ocurrió hace 71 años. En 1949 el Estrecho de Magallanes y la costa occidente de Tierra del Fuego sufrieron un sismo de 7.9, uno de los más fuertes que existieron desde que se tienen instrumentos de medición en la Argentina”.
-¿Es posible que se repita un fenómeno sísmico con el mismo epicentro?
-Muy posible. Tarde o temprano es altamente probable que haya un tsunami en Tierra del Fuego y Santa Cruz, en el Atlántico Sur. ¿Qué consecuencias puede tener? Habrá que ver el epicentro de la liberación de energía para observar el daño efectivo que pueda causar. Sacando Mendoza y San Juan, Tierra del Fuego está considerada como la tercera provincia en actividad sísmica.
-Para muchos, la palabra tsunami suena casi ajena a estas latitudes: ¿Hay manera de prever cuándo podría ocurrir?
-No tengo manera de decir cuándo podría suceder. Pero no es un problema nuestro, en ningún lugar del planeta se puede prever. Lo que importa es identificar las fracturas de las cortezas terrestres que podrían generarlo. Si el terremoto se produce en el mar, la onda sísmica provoca grandes movimientos de aguas oceánicas que, cuando llegan a la costa, destruyen ferozmente todo lo que encuentran. Son masas de agua de enorme fuerza y magnitud. Los videos de los últimos tsunamis son más que gráficos para entender la situación.
-¿Cada ciudad costera del Sur de la Argentina se vería afectada de la misma manera si se produjera ese tsunami?
-Al haber una costa poco elevada respecto del nivel del mar, a esa masa que viene impulsada por tsunami, le es muy fácil inundar grandes áreas. Río Grande y Rio Gallegos son dos ciudades que se verían muy afectadas, tanto por su ubicación cercana a la Falla de Magallanes como por lo bajo de sus costas. Puedo decirle que Río Gallegos cuenta con una gran barrera arenosa. En el caso de un sismo o tsunami, esa cresta de arena semi sumergida actuaría como una especie de estructura de defensa que absorbería parte de esa energía. En Río Grande, esa cresta costera no existe con esas dimensiones, lo que implica una mayor preocupación.
-¿Cuáles son las medidas de prevención que podrían tomarse en las ciudades ante un probable tsunami?
– Estuve en un pequeño pueblo en la zona chilena de la isla y en cada esquina está señalizada con los riesgos y los procedimientos que habría que seguir en caso de tsunami y cómo desplazarse para llegar a la zona segura de la ciudad. Pero Chile es una zona de sismos y en 1960 tuvo el más grande que haya existido en el planeta: ocurrió en Valdivia. Entonces, ellos, que han sufrido mucho, tienen una conciencia sísmica que en nuestro país sólo hay en Mendoza y San Juan. Lamentablemente hay gente que se mata de risa del tema.
-¿Entonces qué habría qué hacer?
-El primer paso es enseñar en las escuelas primarias y secundarias. Se puede contribuir a la creación de la conciencia sísmica, más allá de las dos provincias donde ya existe. Lo otro es copiar lo que hace Chile, en donde en todas las ciudades están demarcadas las zonas de riesgo, las de evacuación y la gente está familiarizada con la cartelería. Y, en el caso de lugares con posibilidad de tsunami, marcar las rutas de escape a las zonas altas donde el fenómeno tiene escasas posibilidades de llegar.
-Sabe que estos anuncios generan cierto pánico…
-Pero esto no es para sembrar el pánico ni quiere decir que mañana o en este siglo vaya a ocurrir un tsunami. Pero siento la obligación de hacer conocer estas cosas a la comunidad y a los gobiernos para que cuando llegue estemos preparados.
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