Ya no es la fluctuación constante del dólar, ni la apertura indiscriminada de las importaciones. Tampoco la política de un Gobierno nacional que ni siquiera mira de reojo al «fondo» del mapa. Ni siquiera la crisis del consumo. Por estas horas, es una gripe lo que pone contra las cuerdas a la industria fueguina.
Desde este miércoles y por un periodo de 8 días, los operarios y supervisores de la firma Brightstar se mantendrán suspendidos, ya que la fábrica no cuenta con los materiales necesarias como para continuar con su ritmo habitual de producción.
Esto se debe a que la empresa, así como la totalidad de las fábricas apostadas en el polo industrial fueguino, tienen casi como único proveedor extranjero a China, que hoy tiene su comercio exterior paralizado por la crisis del COVID-19 (coronavirus).
El escenario que se presente como preocupante para el desarrollo metalúrgico (y hasta textil) de Tierra del Fuego, se repite en prácticamente todo el globo. Sin embargo, la imposibilidad de sustituir insumos importados por otros de mercado nacional hace que la situación sea incluso más crítica en estas latitudes.
Es que más allá de lo que suceda con Brightstar (en principio la suspensión es por 8 días: parte cobrando al 100% y parte con descuento), todas las fábricas siguen con atención la decisión que adopte el gigante asiático en cuanto a sus exportaciones.
El riesgo de desabastecimiento, incluso para firmas que tienen stock para dos o tres meses más, aparece hoy como un temor real ante la falta de certezas respecto a lo que deparará en el futuro inmediato el coronavirus, que de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud podría transformarse en un pandemia internacional.