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Al límite: El Hospital Río Grande ya está seleccionando pacientes por falta de recursos

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El director del hospital regional Río Grande, Dr. Cristian Tejedor, expuso una situación crítica con el colapso del sistema sanitario, que ya lleva al menos dos semanas, en diálogo con Radio Universidad 93.5. Advirtió sobre una catástrofe, de no frenar los contagios, dado que ya tienen que seleccionar qué pacientes atender por falta de recurso humano. Por más que se habiliten más camas, no hay profesionales para brindar atención y se avizora un futuro no lejano con pacientes en los pasillos, como ocurre en otras provincias.

“Desde marzo se está adaptando el hospital a medida que va pasando el tiempo, para tener el mejor potencial y calidad de atención, para no atender pacientes en pasillos como se ha visto en otros lugares. Estamos ampliando la capacidad del área crítica y adaptando la internación de adultos para atender pacientes con COVID”, dijo.

“Se transformó un área destinada a maternidad para hacer un sector con alto flujo de oxígeno para tener la posibilidad de monitorear a los pacientes. Ese sector se trabaja como una terapia intermedia. Inicialmente la terapia intensiva eran 7 camas y pasamos a 27 camas críticas, si bien no todas tienen bocas para poder poner un respirador. De todas maneras hoy tenemos más respiradores de lo que podemos manejar con el equipo humano”, manifestó.

El porcentaje de ocupación oscila “entre el 95, 99 y 100%. Es variable todos los días. Estamos trabajando los sectores privados con el hospital más el albergue municipal para tratar de tener algún pequeño cupo más de camas para recibir pacientes. Hoy no estamos dejando pacientes sin atención entre los tres centros, pero sacando el recurso físico de las camas, el sistema sanitario en general está colapsado. Tenemos el sistema permanentemente ocupado en más del 95% y es intolerable”, definió.

Rebrote sin freno

Lo cierto es que no hay descanso en las últimas dos semanas y el cuadro tiende a agravarse: “Venimos bastante comprometidos después del primer mes de trabajo. Tuvimos ciertos momentos en que hubo picos y casi una situación de colapso. Teníamos 15 camas en la más alta complejidad pero la sala tenía algo de reserva. Desde hace dos semanas estamos llegando a la máxima capacidad, hacemos pocos movimientos para poder recibir pacientes y tratar de seguir brindándoles la mejor calidad. Es difícil expresar la mejor calidad disponible, porque es lo mejor que se puede hacer con lo que uno tiene en el momento para ese paciente. No quiere decir que sea lo mejor en calidad de atención, porque hemos tenido problemas de distribución de drogas. Hoy más o menos están solucionados y es un problema del país. El recurso humano va y viene, porque también se infectan. Estamos todos haciendo turnos extra, guardias extra, y cuando digo todos incluyo al personal administrativo que está trabajando en sus casas fuera de los turnos normales para conseguir insumos”, planteó.

“Vivimos en una isla y no todos los insumos se traen por avión, además eso implica una diagramación con los proveedores, que por ahí nos piden esperar dos semanas. Hemos tenido un consumo mayor de lo esperado y son muchas las cosas que han pasado. El colapso del sistema sanitario en la provincia está desde hace un par de semanas”, precisó, y aclaró que el colapso “no quiere decir tener todas las camas ocupadas sino que hablo del recurso humano, de los insumos. Todo esto va y viene, y depende de muchos factores económicos, incluso de importación, porque muchos medicamentos no son nacionales”.

Seleccionando pacientes

Ante la crítica situación los médicos se ven obligados a seleccionar qué pacientes derivan a terapia intensiva. “La terapia intensiva no recibe pacientes terminales. Al paciente crítico, viendo los antecedentes que tiene, uno le ofrece tratamiento, pero se adecúa la terapéutica a lo que puede tolerar. Si ponerle un respirador va a hacer que rápidamente fallezca y el beneficio es cero porque se va a morir, no se hace. Es como hacer una cirugía en una persona muy grande, porque es ofrecer un tratamiento a alguien que no lo va a tolerar”, explicó.

“El riesgo es muy grande y a veces no se hace, además hay que basarse en los principios de la bioética que hablan de justicia. Donde el recurso es limitado, y está limitado desde que empezó el pico y este brote, se hace la selección de pacientes, aunque suene feo. Siempre se hizo en la terapia intensiva en casi cualquier lado, porque el recurso es finito”, dijo.

“Si un paciente tiene cáncer y está en estado avanzado, nadie le va a ofrecer una cama en terapia intensiva, pero no quiere decir que no le ofrezcan tratamiento. Hay pacientes con enfermedades graves previas que han salido del sistema sanitario y fueron dados de alta. No quiere decir que todos se van a morir, pero no es la misma ahora la oferta y disponibilidad para todos los pacientes”, lamentó.

Ayuda externa

Consultado sobre la colaboración de médicos jubilados en esta pandemia, indicó que “desde el inicio del rebrote, mucha de la actividad más fuerte está en el pre-hospitalario y en el seguimiento telefónico, que también tiene que ver con la selección de pacientes. Tenemos la colaboración de varios profesionales que han estado en el sector público y el privado y vienen colaborando ad honorem, haciendo el seguimiento telefónico, que no es menor. Pero también el sistema está colapsado, y el 107 está colapsado. Al principio era una sola persona recibiendo las llamadas, que no era lo ideal pero funcionaba y se hacían todos los auxilios. Pasó a tener 8 personas con sistemas informáticos y líneas rotativas, pero colapsa igual. Uno lee que no hay preparación y genera cierta angustia porque sabemos todas las cosas que se han hecho para preparar el sistema, pero sabíamos que igual iba a colapsar, porque lo más importante en cualquier sistema, empresa u organización, es el recurso humano”, subrayó.

Los más afectados

Respecto de los pacientes más afectados por la enfermedad, dijo que son los adultos mayores pero ya han fallecido jóvenes y se prevé tener chicos también contagiados, que además presentan un cuadro complejo posterior. “Los más afectados son los adultos mayores. Los pacientes de más de 70 años son los que mayor mortalidad tienen. Son aquellos que se ponen graves, porque no todos nuestros adultos mayores se han enfermado de forma grave, pero necesitan oxígeno de alto flujo y las terapéuticas disponibles son escasas. Es decir que ya requieren de terapéuticas adicionales más allá del soporte básico, como el plasma. A ellos los consideramos graves y requieren una terapia intensiva. Son los que más mortalidad tienen pero en forma global, ser mayor de 50 años, ser obeso, hipertenso y diabético, son las cosas que más frecuentemente hemos visto y los pacientes que más graves se ponen. Han llegado pacientes jóvenes a la terapia intensiva, de menos de 30 años, pero con obesidad”, señaló.

También se le preguntó sobre el agravamiento repentino de pacientes que aparentemente estaban bien. “Lo primero en cualquier enfermedad es la clínica de los pacientes, más en el crítico, porque se alteran los signos vitales. Luego hay factores pro inflamatorios, de inflamación generalizada. Hay pacientes a los que se les han hecho placas y laboratorio para determinar quiénes son los que se pueden llegar a poner mal. Por ejemplo, tener algo en la placa, que le ha pasado a más del 60% de los pacientes que vimos, no indica que se vayan a poner graves. Tener alteraciones en el laboratorio tampoco específicamente quiere decir que se vayan a poner mal, pero si todos esos factores están alterados y el paciente además tiene algún cambio clínico, está persistentemente febril o hay una pequeña alteración en la saturación de oxígeno, ya queda señalado como paciente de riesgo. Esos pacientes son los que mayor seguimiento tienen”, afirmó.

“Algunos se quejan porque no hay seguimiento a todo el mundo y la verdad es que no se puede. Lo que se hace es señalar a aquellos pacientes que potencialmente pueden tener un riesgo mayor. Al resto, sobre todo a los más jóvenes que son más sintomáticos, les pedimos que se acerquen a un centro periférico y de ahí los mandan a la guardia, y a veces se internan”.

La proyección de infectados en la ciudad es mucho mayor de lo que se imagina: “Si hay mil infectados, es probable que no haya ningún adulto joven, entre 20 y 40 años. Cuando empieza a subir ese número vamos a encontrar alguno, y cuando aumenta más ese número, vamos a encontrar chicos. En los chicos más chiquitos, menores de 10 años, hay un cuadro inflamatorio posterior al coronavirus. Es una respuesta inmune del organismo que ataca al organismo y hace un desastre. Hoy no tenemos pacientes internados de este tipo pero tenemos profesionales que trabajan con nosotros y vienen de otros lugares, y nos han transmitido esta información. Ya están teniendo casos en los lugares donde hay muchos infectados”, advirtió.

Dos realidades paralelas

Mientras puertas adentro de los hospitales y sanatorios se vive esta situación de crisis diaria, por fuera la sociedad no registra lo que está pasando. Hay reuniones sociales, paseos al campo, aglomeraciones sin los cuidados básicos. “Desde el hospital estamos pidiendo la máxima colaboración, dentro de ciertos parámetros de lógica. Nadie pide que la gente no salga. Todo el personal afectado a esto tiene un impacto psicológico y vive situaciones de angustia, y la viven también los que tienen familiares graves, que no pueden verlos. También hay que pensar en la angustia de estar encerrados. Nosotros somos seres sociales y no vivimos adentro de una cueva. Las prohibiciones a esta altura no van a servir de nada y la gente va a seguir saliendo. Lo que se busca es evitar las reuniones sociales, no porque no queremos que se junten con sus familiares o sus amigos, porque también nos encantaría. Sino que cuando se juntan, bajan todas las barreras, se sienten seguros, están en un lugar cerrado con gente conocida, y creen que está todo bien. Por ahí toman de un vaso erróneo, se tocan la cara, hablan de cerca o comparten el mate. Son muchos los ejemplos”, expresó.

Fue categórico al manifestar que “no podemos seguir aumentando los contagios. Hoy han gente grave internada que es joven, y lo que sigue son los chicos. Es la curva que se vio en el mundo: primero se vio gente grande, adultos mayores que fallecían y eso era relativamente esperable; pero después empezó a haber gente joven, porque entre ellos hay gente susceptible. Si aumenta el número de contagios empieza a verse quiénes son los susceptibles a la enfermedad, y eso no lo podemos saber de antemano porque hay factores genéticos que se desconocen. Los efectos de esa reunión no se ven de inmediato sino luego de varios días y las reuniones sociales deberían estar abolidas por unos cuantos meses, para que esto baje”, consideró.

La tasa más alta

“Nosotros podemos ver un porcentaje ínfimo de la población, que es la que está internada. Normalmente se estima una cama de terapia intensiva cada 10 mil habitantes y nuestra ciudad ha sido beneficiada con una cantidad de camas que no es normal que estén disponibles. Hemos transformado camas, el Sanatorio Fueguino no tiene esa posibilidad, y tenemos más de 40 camas críticas. Así y todo no damos abasto, porque se ha cuadruplicado la necesidad normal de una ciudad”, alertó.

Río Grande hoy tiene “la tasa más grande como ciudad, pero es una tasa, no cantidad. Si aumenta la cantidad, vamos a tener pacientes que no veíamos antes”, reiteró.

Personal contagiado

En lo que se refiere al personal de salud, el médico adelantó que se va a contagiar el 70% y ya están cerca del 50%, el mismo porcentaje que se registra en el sector privado: “Nosotros tenemos una cantidad de personal más grande y estamos igual cerca de ese número. Esto termina con más del 70% de la gente infectada”, sentenció.

En medio de este túnel sin final, dado que se habla de un rebrote peor para febrero o marzo, hay poco por hacer. “Desde el principio hemos hablado del colapso sanitario, porque sabemos que cualquier sistema sanitario en el mundo tiene la posibilidad del colapso. El recurso tecnológico y edilicio se puede incrementar, pero no tenemos con quién ver a esos pacientes. Normalmente tenemos problemas para traer profesionales médicos a la isla y hoy no están disponibles, porque todos están trabajando con esto. Yo hago terapia intensiva y, si estuviera trabajando en Bueno Aires, no me van a dejar ir. El recurso humano calificado de medicina, si bien está concentrado en las grandes ciudades, sigue siendo finito. No hay forma de conseguir médicos, los profesionales no crecen de las plantas y lleva tiempo su formación. Tenemos que hablar de 20 años de reestructuración de un sistema sanitario, y no podemos hablar de esto en medio de una pandemia. Hacemos lo que podemos con el recurso que tenemos. No hay modificación factible hoy en el sistema para pensar en poner 100 camas más en el hospital. Se va a morir más gente, porque van a aparecer más susceptibles a la enfermedad”, pronosticó.

El triple de fallecidos

Además tuvo en cuenta los pacientes con otro tipo de enfermedades que no está recibiendo la atención que debieran, y ya se registra el triple de fallecidos respecto del año pasado en el hospital. “Nosotros hablamos permanentemente con el equipo del Ministerio de Salud y con otras partes del gobierno, porque hay otras cosas que siguen funcionando, algunos turnos atendemos, se hacen algunas obras y se trata de pensar que vamos a salir de esto en algún momento y tenemos que seguir funcionando. Con el colapso del sistema por esta enfermedad, se ocupan las camas que antes teníamos disponibles, y no estamos atendiendo un montón de enfermedades que quedan relegadas a una atención de un consultorio, y se va a morir más gente”, dijo.

“La cantidad de gente fallecida es mayor que el período anterior del año pasado en un solo mes, y en nuestro hospital la triplica. No es que se está muriendo la misma cantidad de gente. Si tuviéramos autos circulando por todos lados, además de lo que tenemos, habría colisiones por todos lados y pacientes politraumatizados; los infartos siguen estando y la gente se muere de otras enfermedades también. Se siguen tratando pacientes con diálisis, pacientes oncológicos. Las enfermedades progresan y todo esto angustia a todo el equipo sanitario, porque no tenemos dónde tratar a todos estos pacientes, ni tenemos ya energía para tratarlos”, señaló ante el agotamiento de los profesionales.

“Tenemos más de 45 pacientes en la sala de diálisis. Entran y salen, y siguen dos caminos, uno es nefasto porque lamentablemente fallecen, y otros se trasplantan, pero eso no está pasando mucho por esta situación nacional. Desde marzo hemos trasplantado algunos pacientes, y esto no es fácil para nadie, porque hay que estar en esta situación. No hay cantidad suficiente de horas que uno pueda trabajar para paliar esta situación, y esto no va a calmarse ahora. Si no para la cantidad de contagios, vamos a llegar a una situación de catástrofe, como le ha pasado a Jujuy y otras provincias, con gente en los pasillos y sin atención profesional”, avizoró.

Consultado acerca de cómo generar conciencia para frenar los contagios, analizó que “la población está dividida en este sentido. Vemos que hay gente que no le importa mucho el prójimo y hay gente que está completamente agradecida de que se hayan adoptado medidas. Nuestra sociedad tiene muchísimo que aprender y vemos una división entre la gente que está a favor de las medidas de restricción porque saben que pueden modificar algo, y hay gente que no le importa. Yo no me enojo con nadie y vamos a tratar de atender a todos por igual, porque esa diferencia jamás la vamos a hacer. Lo que vamos a hacer es la selección de pacientes, como siempre se hizo, de acuerdo al recurso que tengamos. Si tengo una sola cama y dos pacientes muy enfermos, tengo que elegir. Puedo retrasar la atención de uno y dársela más adelante cuando haya lugar”.

“En nuestra formación estudiamos bioética y hay principios rectores de la bioética. Una es la justicia, que no es para todo el mundo. La medicina no es una carta donde uno elige lo que puede tratar, sino que hay cosas que se pueden o no ofrecer, dependiendo de la persona. Esa carta se hace cada vez más estricta a medida que los recursos se hacen más finitos. Si yo no tengo los recursos para dos personas, sino que los tengo para una sola, no voy a repartir los recursos en dos, porque lo que voy a tener es dos personas muertas. Le daremos lo mejor a uno, y así y todo no aseguramos ningún tipo de resultado, sino hacer todo lo posible para que el paciente ande bien. Si no anda bien, lo acompañaremos y trataremos, para que el proceso del final de la vida sea el mejor”, concluyó.

Fuente: Provincia 23