La docente de Río Grande fue considerada en el juicio como “una persona fría, calculadora y acostumbrada a hacer lo que quiere”.
El matrimonio residía en Córdoba desde que el profesor se había jubilado en Ushuaia. A la mujer se le aplicaron tres agravantes: vínculo, alevosía y codicia.
Aunque intentó insistentemente de persuadir a los integrantes de la Tercera Cámara del Crimen y a los miembros del jurado popular, que ella era inocente, la imputada Sandra Buffa, terminó siendo condenada a prisión perpetua por el crimen de su esposo, Daniel Arrieta.
Ambos eran conocidos por su labor docente en Río Grande, en el caso de ella y en Ushuaia, en el de él. Se habían ido de Tierra del Fuego a Córdoba cuando él culminó los trámites de jubilación en el Colegio Técnico Nro 1 Olga Bronzovich de Arko, en donde además de labores de docente también había ejercido cargos directivos.
No dejó de llamar la atención la severidad de la pena, determinándose que ello fue así debido a la pésima impresión que causó en todo momento la mujer a quien el fiscal terminó a mitad del juicio endilgándole un agravante más a los dos que ya pesaban desde el inicio de la causa. Marcelo Hidalgo interpretó que la mujer había matado a sangre fría y a golpes – alevosía – a su propio esposo – vínculo – y por motivaciones económicas – codicia.
Otro dato que fue crucial para llegar a la condena se basó en el peritaje psicológico que se le practicó a Buffa quien, a quien se le encontraron signos de “frialdad emocional por carecer de empatía, baja tolerancia a la frustración y un pensamiento rígido, egocéntrico, poco flexible, y empecinado, acostumbrada a hacer lo que quiere, sin tener en cuenta los deseos y necesidades de los otros, utilizando la manipulación y la seducción con el fin de obtener beneficios personales”.
Además del fiscal Hidalgo, también el abogado Javier Closa, representante de los cuatro hijos de Daniel Arrieta, pidió el máximo de la pena para Buffa.
Fue clave el trabajo forense de la Policía Científica de la provincia de Córdoba para determinar cómo un hombre de contextura robusta y saludable había quedado completamente vulnerable al ataque de una persona de menor contextura física y fuerza. Los peritos determinaron que Buffa drogó a Arrieta con un químico de uso veterinario, ketamina, logrando así qué su marido perdiera el control total de sus actos y no pudiera defenderse de los golpes que ella le propinó en la cabeza hasta matarlo, en la madrugada del 16 de junio de 2019, según se reconstruyó en la acusación.
El rigor de la condena también se derivó por el intento de la acusada de confundir a la Policía cuando llamó al número de emergencias para pedirles “auxilio”. Con la voz quebrada, afirmó que había encontrado a su esposo tendido en el patio, sobre un charco de sangre y con signos de haber sido golpeado en la cabeza.
Cuando el primer móvil policial llegó a la casa de la calle Las Palmas del barrio Solares de las Ensenadas, de Villa Carlos Paz, se confirmó que Arrieta estaba muerto.
A las órdenes de la fiscal del Tercer Turno de esa ciudad, Jorgelina Gómez, los investigadores comenzaron a recabar testimonios entre los vecinos junto a la Policía Judicial que llegó para hacer su trabajo en la vivienda ubicada en un sector apacible del sur de la ciudad turística.
Buffa declararía posteriormente que atribuía la muerte de Arrieta al accionar de terceros que lo habrían sorprendido en el patio, luego dijo que el hombre sostenía una relación amorosa clandestina con una mujer de nacionalidad paraguaya y finalmente, sus dichos chocaron de lleno con los de una testigo crucial, identificada como “Camila”, quien también se encontraba en la casa, la madrugada en la que ocurrieron los hechos.
Otro dato que se sumó durante las jornadas del juicio fue que el matrimonio no se llevaba bien y que sus hijos y allegados habían presenciado en más de una ocasión algún tipo de discusión entre ellos.
Buffa manifestó a los magistrados y a los integrantes del jurado popular, en la última jornada del juicio, que ella era víctima de violencia de género por parte de Arrieta, pero no pudo contestar nada cuando le preguntaron sobre la total falta de denuncias sobre esas presuntas agresiones.
Es de destacar la relevancia clave de la pesquisa tecnológica que se realizó con el teléfono de Buffa ya que se echó por tierra la versión que había plantado ella misma al referir que esa noche no había salido de la casa. Una aplicación que tenía el celular permitió conocer todos los lugares en los que estuvo la mujer esa noche en distintos puntos de Villa Carlos Paz, quedando en evidencia que mintió desde un principio.
Sandra Buffa, de 49 años de edad, deberá purgar una condena de prisión a perpetuidad por la muerte de Daniel Arrieta, la que en principio – según establece el Código Penal Argentino – será de 40 años de cárcel, pudiendo oportunamente interponer un pedido de continuidad de reclusión por edad avanzada, cuando cumpla 70 años de edad.
Al cierre de la presente edición no había trascendido si la condenada apelará la sentencia.
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