En concordancia con la entrega que hizo el Reino Unido hace una semana del archipiélago de Chagos a las islas Mauricio. El columnista Simon Jenkis, del diario The Guardian, escribió un artículo en el que celebró la entrega de la soberanía de Chagos calificando el proceder de su país como “un buen comienzo”, a la vez que instó a su gobierno a “abandonar sus delirios de imperio”.
El columnista británico Simon Jenkins, escribió un artículo titulado “Gran Bretaña debe abandonar sus delirios de imperio: renunciar a las islas Chagos es un buen comienzo”. En él cuestiona duramente las políticas de conquista y ocupación que mantiene el país en el que habita.
Publicado en The Guardian y tomado en Argentina por Ambito, el artículo ataca el hecho de que el Reino Unido siga teniendo control sobre las Islas Malvinas. Es que, hace tan solo una semana, el país europeo entregó la soberanía del archipiélago de Chagos a las islas Mauricio. Inevitablemente, esta situación provocó que ambas disputas se comparen entre sí.
De hecho, Jenkins comienza relatando el caso del archipiélago, para luego referirse a otros territorios que se encuentran en altamar y que también resultan «problemáticos» para Gran Bretaña, mencionando a Gibraltar y a las Malvinas.
La columna fue publicada poco después de que el gobierno británico sentenciara este lunes que la soberanía de estos dos territorios «no es negociable».
Posteriormente, el autor repasa los 14 territorios que políticamente le siguen perteneciendo al gobierno británico, aunque territorialmente “no deberían”. Todos ellos son de ultramar.
Así, el periodista define: “Durante el último medio siglo, muchos territorios, como Belice, Tuvalu, las Seychelles y las Bahamas, han ido deslizándose silenciosamente hacia la independencia. Otros han seguido ‘dependiendo’ del rey, con ciudadanía y protección británicas”.
“El costo de algunos se ha aliviado porque Gran Bretaña les ha permitido convertirse, después de los estados del Golfo, en los mayores paraísos del mundo de riqueza ilegal, sin origen y sin impuestos. Son una amenaza para las arcas públicas del mundo», menciona sobre la situación de los países caribeños.
Luego, prosigue afirmando que éstos negocios «privan a los contribuyentes británicos (y otros) de miles de millones de dólares en ingresos cada año. Es tal el poder del lobby bancario de Londres que ningún gobierno se atreve a tocarlos. El ‘agujero negro’ de 22.000 millones de libras de Rachel Reeves existe en realidad en algún lugar entre las Islas Caimán y las Islas Vírgenes Británicas”.
Dese ahí, procede a introducir la temática de otras “dos dependencias que siguen siendo problemáticas”, para referirse a las Malvinas, reclamadas todavía por Argentina, y a Gibraltar, por el que actualmente se encuentra en pleno conflicto con España.
En cuanto a este último territorio, sostiene: “Que Gran Bretaña haya permitido que Gibraltar, tomado como base militar en 1704, agriara las relaciones con España desde entonces es más que absurdo”.
“Por supuesto, a los ciudadanos de la colonia les gusta su enclave de bajos impuestos, pero este Mónaco británico es geográficamente parte de España. Algún acuerdo sobre soberanía seguramente ya debería haber solucionado esto”, completó.
En abril del año pasado, David Cameron, el entonces canciller británico estaba negociando, en teoría, un acuerdo por el territorio del sur español. Sin embargo, esto parece haber fracasado.
Ya refiriéndose directamente a las Malvinas, Jenkins comienza refiriéndose a las mencionadas comparaciones con el archipiélago de Chagos. Ante estos paralelismos, el canciller Stephen Doughty, eligió “desestimar una vez más la reiterada demanda de Argentina de la transferencia de la soberanía de las Malvinas”.
“Lo que generalmente se olvida es que antes de la invasión argentina en 1982, el gobierno de Margaret Thatcher estaba negociando una transferencia, a pesar de la preocupación expresada por los isleños», expresa el periodista, y agrega: «Como en el caso de Hong Kong, la historia y la proximidad geográfica hicieron que un acuerdo fuera de sentido común, posiblemente con la presencia de la ONU garantizando el autogobierno de los isleños”.
Luego cuestiona cómo la propia junta militar del país sudamericano enchastró las negociaciones, en referencia principalmente a Leopoldo Galtieri: “Sólo la acción temeraria del régimen militar de la Argentina arruinó las conversaciones. Pero eso fue hace 42 años”.
“Defender a los 3600 habitantes de las islas ahora le cuesta a Gran Bretaña unos 60 millones de libras [unos 78 millones de dólares] al año. Esto es injustificable”, cuestiona el escritor de The Guardian.
Asimismo, luego se refiere a la innegable proximidad entre las islas y la Argentina: «El único futuro para las islas que tiene sentido económico está en su territorio continental adyacente”.
“Si Thatcher pudo ver esto en 1982 –como vio más tarde la necesidad de descolonizar Hong Kong–, ¿por qué no puede verlo hoy Keir Starmer? En cambio, quiere gastar dinero fingiendo ser un imperio tanto en el océano Índico como en el Atlántico”, lanza el autor. “Los delirios de grandeza nunca cesan”, concluye Jenkins en su artículo.
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