Su hermana mayor, Alejandra, cuenta por primera vez su historia signada por el maltrato, el abandono y varios intentos de abuso. La «cuidadora» que obligaba a la menor a trabajar y limpiar seguirá detenida: los detalles de la causa
Pan y caramelos.
Alimentándose a base de eso, Martina, sobrevivió durante los catorce días que estuvo desaparecida. Fue luego de escapar de su casa en Lanús, donde era golpeada y esclavizada por su “cuidadora”, Beatriz Irene López.
Tiene apenas 16 años.
Su instinto de supervivencia, que la impulsó a huir de los reiterados maltratos de López, fue el que la sostuvo durante las últimas dos semanas durmiendo en la calle y en los bancos de las plazas. “Así vivía: sentada sobre el asfalto, con la cabeza cubierta por la capucha de su buzo, aceptaba lo que algunas personas dejaban a un costado, en este caso, pan y caramelos”, contaron a Infobae fuentes de la investigación que se inició para encontrarla.
Martina apareció el miércoles 17 de junio al mediodía, en la zona de Almirante Brown. Una vecina la reconoció después de ver su imagen en la televisión y, con mucho esfuerzo, logró convencerla y llevarla a la Comisaría de Glew. “Por favor, no me lleves a mi casa”, le pidió la adolescente.
Ayer, jueves 18, luego de ser encontrada, Martina desayunó medialunas y pidió almorzar pollo. Por el momento, la adolescente permanecerá en el Hogar de Género del Municipio de Lanús, donde evalúan trasladarla a la provincia de Entre Ríos bajo la guarda provisoria de su hermana mayor, Alejandra Farías. “El maltrato que padecía es evidente. Tiene el cuerpo lleno de moretones y una cicatriz en la ceja izquierda”, sostuvieron allegados al caso.
Martina se escapó de su casa el miércoles 3 de junio. Su “cuidadora” realizó la denuncia dos días más tarde. El domingo 14, luego de realizar excavaciones en el patio trasero de la casa de Beatriz Irene López, en un operativo de búsqueda que incluyó a agentes de las comisarías 1° y 2°, del Comando de Patrullas, de Policía Científica, de División Canes, de Bomberos Voluntarios de Lanús, y de Asistencia a la Víctima y Niñez del municipio, la fiscal del caso, Mariela Bonafine, recorrió el barrio y les tomó declaraciones a más de quince vecinos.
Varios relatos coincidieron en que López “maltrataba, golpeaba y explotaba como a una sirvienta a Farías”. “La obligaba a vender la mercadería que ella producía, como sándwiches de miga o de milanesa y si le daban propina ella se la sacaba”, apuntaron.
¿Cómo va a seguir la causa? Tras su aprehensión e indagatoria, la “cuidadora” Beatriz Irene López va a quedar detenida en una comisaría de Valentín Alsina por lo menos durante los próximos quince días. Luego podría ser trasladada a una cárcel de mujeres.
Según pudo saber Infobae de fuentes del expediente, a la imputación por el delito de “reducción a la servidumbre” (que prevé, según el artículo 140 del Código Penal, entre 3 a 15 años de prisión) la fiscal Bonafine, de la UFI N° 4 de Lanús especializada en violencia de género, que interviene en el caso junto con la Subsecretaría de Género Integración y Niñez del Municipio a cargo de Patricia Beltramino, analiza sumarle el agravante de encubrimiento y no descarta el de trata de personas.
El motivo: durante los chequeos médicos que se le efectuaron a la adolescente luego de su aparición, se detectó que Martina tenía implantado un “chip anticonceptivo”.
Fuentes de la investigación revelaron a este medio que Verónica Farías, la madre adoptiva de Martina -una médica especialista en ginecología y obstetricia- habría pagado por el implante y por su colocación.
“Su cuidadora estaba al tanto de esto, pero la adolescente no. La situación es sospechosa”, aseguraron.
¿Qué va a pasar con la madre adoptiva? Verónica Farías llegó desde Pinamar (la ciudad balnearia donde vive) con la intención de prestarse a brindar testimonial el miércoles 17 de junio a su abogado, pero no llegó a hacerlo porque coincidió con el momento de la aparición de Martina.
“La mujer pidió verla, pero la adolescente se negó rotundamente”, contaron. Su futuro judicial también se encuentra en duda.
Alejandra Farías, la hermana mayor de Martina, le dijo a Infobae que no conoce a la cuidadora. En 2005, Alejandra (23), Nancy (19) y Martina (16) fueron adoptadas por Verónica Farías. Sus otras dos hermanas, Mercedes (21) y Tamara (20), quedaron bajo la tutela de otra adoptante.”, apunta l la joven.
De su infancia en el barrio San Agustín en Paraná, Entre Ríos, Alejandra prefiere no hablar demasiado. “Nuestra mamá biológica no nos cuidaba y su pareja, el padre de mis hermanas, era alcohólico, golpeador y estaba metido en las drogas. También intentó abusarme”, apunta la joven.
Finalmente, en 2004, la Justicia decidió quitarle a la mujer la tenencia de sus cinco hijas. Las hermanas fueron primero a un hogar del Consejo Provincial del Menor Adolescencia y Familia (COPNAF) y luego las trasladaron a otro hogar donde las adoptó Verónica Farías. Juntas, las cuatro, se instalaron en Crespo, un municipio ubicado 42 kilómetros al sudeste de la ciudad de Paraná.
“En ese momento yo tenía 8, Nancy 3 y Martina 1 año. Al principio todo iba bien porque estaba nuestra abuela, Norma Rodríguez. Ella cumplía la función de madre: nos cocinaba, nos llevaba al colegio y hacíamos la tarea juntas. Verónica trabajaba mucho y pasaba poco tiempo con nosotras. Además, siempre fue muy fría: nunca un beso, nunca un abrazo, nunca un ‘Te quiero’. La abuela era todo lo contrario”, dice Alejandra.
Pero en 2010, la cosas cambiaron. Norma falleció de muerte súbita y, según la hermana de Martina, “todo se vino abajo”. “Mamá no pudo con todo. La superó la situación”, apunta. “A mí me echó de la casa: me mandó pupila a una escuela de campo rural, donde estaba de lunes a viernes. Los fines de semana, cuando volvía, Martina y Nancy me esperaban felices. Pero Verónica no: siempre estaba cansada. En esa época tenía una pareja en Paraná, así que se iba a visitarlo a la noche y yo me quedaba con las nenas”, agrega y sostiene que, si bien Farías era desamorada, jamás las golpeó.
Durante sus años en la escuela rural, Alejandra se hizo amiga de una de sus compañeras. Según su relato, un fin de semana se fue a dormir a la casa de su amiga y Farías la llamó por teléfono para decirle que no volviera nunca más. “Me mandó un bolso con todas mis cosas. A partir de ese momento, perdí el contacto con mis hermanas. Verónica me decía que si yo volvía, nos iba a mandar a las tres de vuelta al hogar”, cuenta.
Desde entonces, hace ya cinco años, Alejandra no sabía nada de Martina. Cuando, a principio de junio, recibió un llamado del área niñez de Lanús entró en shock. “Así me enteré de que mi hermana estaba desaparecida. Me quería morir. No podía creerlo. Martina y yo siempre fuimos muy unidas: cuando lloraba yo le cantaba, la paseaba y la hacía dormir. No sabía cómo hacer para ayudar a encontrarla. Fue una pesadilla”, dice la joven acerca de estos últimos quince días.
En 2019, Alejandra dejó de vivir con la familia de su compañera y se independizó. Actualmente trabaja de niñera y estudia para ser docente. Además, desde fines del año pasado, tiene la tutela de su hermana Nancy con quien vive en General Ramírez.
-Si la Justicia lo aprueba, ¿estás en condiciones de hacerte cargo de Martina?
-Mi deseo es quedarme con ella. Nunca hubiese querido que Marti sufra así. Hubiera preferido que me pasara a mí. Es muy duro. Mi idea es ayudarla a que pueda a sanar todo esto que vivió y darle amor. Después de tanto sufrimiento volver a estar juntas es una recompensa enorme. Hasta ahora no pudimos hablar con ella, pero ayer le hicimos llegar un mensaje.
-¿Qué le dijeron?
-Que la amamos y que todo este tiempo la estuvimos buscando. Que de ahora en adelante, nada ni nadie nos va a separar.
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