La inflación rondará el 40%, el desempleo tendrá dos dígitos, el déficit primario será menor al 1%. El rol del FMI y la economía en serrucho.
La incertidumbre política es determinante a la hora de predecir cómo terminarán el año algunas de las principales variables macroeconómicas. Sin embargo, eso no impide delinear el trazo grueso que recibirá el próximo Gobierno.
De acuerdo a estimaciones de la OCDE, en diciembre de 2015 el déficit fiscal primario era del 3,8% del PBI, lo que sumado a 1,3% del PBI de pago de intereses, daba un balance fiscal total deficitario del 5,1%. Para diciembre de 2018, este déficit total se había elevado al 5,2% producto de una reducción del déficit primario al 2,4% del PBI y de un encarecimiento del servicio de deuda a 2,8% del PBI. Y para 2019 el último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), estimó que Dujovne logrará llevar el déficit primario al 0,55% del PBI, pero no al «déficit cero».
Ligeramente peores son las proyecciones de la consultora Economía y Regiones (E&R), que estiman que el resultado primario será deficitario por 1 punto del PBI y el servicio de deuda costará otro 3,2% (4,2% del PBI de déficit financiero) lo que deja al país en la obligación de hacer un fuerte ajuste el año que viene para no caer en un nuevo ciclo de caída de la actividad.
De acuerdo a los datos del Indec, en diciembre de 2015 la deuda externa pública era de 87.700 millones de dólares. Y en marzo de este año llegaba a 169.750 millones de dólares, es decir un 93,6% más, esto sin contar la deuda del Banco Central.
De acuerdo a los datos del Indec, en diciembre de 2015 la deuda externa pública era de 87.700 millones de dólares. Y en marzo de este año llegaba a 169.750 millones de dólares, es decir un 93,6% más, esto sin contar la deuda del Banco Central.
«Para que la deuda sea solvente necesitamos un superávit primario de 3,5% PBI. Es decir, con un déficit primario de -1% del PBI, el próximo gobierno recibiría una coyuntura fiscal que necesitaría de un ajuste de 4,5 puntos para que nuestra deuda sea sustentable en términos financieros», se lee en el informe semanal de E&R. De lo contrario, el país iría directo a un default. Sin capacidad de refinanciarse, para E&R la economía seguirá ahogada por la presión fiscal y sin capacidad de crecimiento.
En este sentido, el economista y director de la consultora Epyca, Martín Kalos, coincidió en que: «La principal herencia en términos económicos y de capacidad futura de crecimiento que le deja la administración Macri al próximo gobierno es una economía efectivamente muy restringida para crecer».
Sin embargo, el Gobierno tiene estimaciones más optimistas. En su proyecto de presupuesto para el año que viene ya adelantó al Congreso que espera que este año las exportaciones crezcan un 10%, lo que con la recuperación del agro permitirá que la actividad termine el 2019 con el último trimestre creciendo a más del 3% interanual y que en 2020 las exportaciones suban otro 7% y el PBI se agrande 3,5% y ponga fin a dos años en recesión.
Para Kalos, el panorama no es tan optimista: «El superávit comercial se ha logrado de la mano de una reducción de las importaciones; han tenido el mayor endeudamiento de cualquier gobierno en la historia argentina, con lo cual hoy ya no queda margen para tomar más deuda. A la vez, no hubo un shock de inversión extranjera directa y no va a haber incentivos a la inversión porque la recesión es tan profunda que en lo inmediato sobra la capacidad instalada para volver a incrementar la producción sin necesidad de invertir nuevamente».
Esto coincide con las previsiones de desempleo de la OCDE, que calculan que por la destrucción de pymes las cifras se seguirán elevando hasta superar el 12% el año que viene.
«Por el lado de las políticas públicas, también van a dejar al sector público financiándose con impuestos de emergencia, lo que se traduce en una presión tributaria récord. En el conjunto, es una economía con muchas restricciones al crecimiento porque, fuera de sectores particulares, no hay incentivos a la inversión; y, por otro lado y no menos importante, tampoco va a haber espacio para fomentar el crecimiento con gasto público por la constricción que implica tener que estar negociando permanentemente con el FMI cualquier ejecución de políticas económicas», agrega Kalos.
La principal herencia en términos económicos que le deja la administración Macri al próximo gobierno es una economía efectivamente muy restringida para crecer.
«Por el lado de la política monetaria, luego de haber estimulado mucho la emisión en los primeros años, Sandleris va a dejar una política monetaria más ordenada», concede el economista de Epyca.
Las últimas estimaciones privadas ubican a la inflación de 2019 en 40%, ligeramente superior al 36,6% de 2016 y superior al 26,9% de 2015, pero inferior al 47,6% de 2018. En otras palabras, Macri terminará el mandato con la inflación cercana al 2% mensual, similar a la de la economía que él bautizó «la pesada herencia».
Por su parte, para Gabriel Caamaño, economista de la consultora Ledesma: «Si mirás los últimos cuatro años de Cristina y los cuatro años de Macri, los dos tienen resultados macroeconómicos muy malos. Cristina con un contexto externo más favorable, pero los dos ofrecen resultados muy malos: alta inflación, inestabilidad real, una economía que no crece en términos per cápita e incluso cae, deterioro en indicadores sociales. En el caso de Cristina, ella se fue acumulando desequilibrios; y en el caso de Macri es resolviendo parte de esos desequilibrios. Entonces el que reciba el poder, va a heredar una economía mejor en términos netos. En algunos aspectos es mejor, en otros es peor y creo que en el neto termina dando mejor».
Si mirás los últimos cuatro años de Cristina y los cuatro años de Macri, los dos tienen resultados muy malos: alta inflación, inestabilidad real y una economía que no crece en términos per cápita. Cristina se fue acumulando desequilibrios y Macri se va resolviendo parte de esos desequilibrios. Entonces el que reciba el poder, va a heredar una economía mejor en términos netos.
«Los aspectos en los que se ven mejoras incluye el haber hecho buena parte del ajuste de precios relativos, porque el tipo de cambio real multilateral que va a dejar es entre un 40% y un 50% superior -incluso si el dólar sigue planchado y la inflación sigue arriba del 2%- y eso es un pacto para la sustentabilidad de la cuenta corriente. Al sacar el cepo, la cuenta corriente también tiene un comportamiento más normal», agrega Caamaño.
«A su vez, el balance del Banco Central es mejor que el que recibió el 10 de diciembre, las reservas internacionales netas eran negativas y es relativo eso de que no recibió déficit cuasifiscal, porque el récord de dólar futuro había que pagarlo, monetizarlo. Y respecto de la «bola de nieve» de Lebacs, se puede decir que ese riesgo ya lo pagó Macri. Ahora no veo una bola de Leliqs porque no hay tenencias en manos de particulares, están todas en manos de los bancos y tienen por cortrapartida un nivel de plazos fijos en términos reales en línea con el promedio histórico en relación al PBI», agrega el economista.
«Por el lado de lo malo, quedan la inflación, que no terminó de resolverla y la actividad y los indicadores sociales, que me parece que van ser algo peores que lo que recibió.Y lo peor, la deuda: deja un nivel de deuda mucho mayor y con un mayor descalce de monedas, por eso la crisis de balanza de pagos del año pasado hizo saltar el ratio de deuda/PBI. Esto pone a la economía en un sendero muy estrecho en lo financiero y lo fiscal para los años que vienen», concluyó Caamaño.
Fuente: gaceta fueguina