Se trata de la posible reacción en cadena producida por la colisión de fragmentos de desechos espaciales. Los cientifícos calculan que hay 129 millones de residuos que dan vueltas alrededor del planeta.
Mientras el mundo lidea con las consecuencias de la pandemia del coronavirus y se vislumbra una solución recién para 2021 con la concreción de una vacuna segura, una nueva amenaza se asoma: el Síndrome de Kessler.
El peligro se encuentra en el espacio y fue denominado así por el científico estadounidense de la NASA Donald Kessler, que lo acuñó por primera vez en 1991, y hace referencia a una posible reacción en cadena producida por la colisión de fragmentos de desechos.
El choque podría generar más fragmentos que podría significar la destrucción de los satélites artificiales que orbitan a la Tierra e impedir la salida al espacio de nuevas naves.
Mientras que el número de satélites en órbita crece y los viejos satélites se acumulan, el riesgo de este efecto dominó se hace cada vez mayor.
La Agencia Espacial Europea (ESA) calcula que hay unos 129 millones de fragmentos de residuos dan vueltas alrededor del planeta. De ese total, alrededor de 34 mil miden, al menos, 4 pulgadas de ancho (unos 10 centímetros).
«Los fragmentos pequeños también son peligrosos», explicó Holger Krag, uno de los científicos de más renombre de ESA.
Por su parte, el astrofísico estadounidense Jonathan McDowell estima que hay casi 7.200 toneladas de basura espacial. La mitad de esos objetos corresponde a restos de sondas y cohetes fabricados y lanzados por su país de origen.
Otro problema es que el 75% de estos desechos ni siquiera están identificados. Están ubicados en órbita geosíncrona, precisamente donde se concentran los satélites de telecomunicaciones.
El año pasado hasta la Estación Espacial Internacional estuvo en alerta: tras un ensayo de un misil antisatélites realizado por la India, la probabilidad de un impacto de basura especial se incrementó en un 5%.
La NASA, por ejemplo, está desarrollando un sofisticado aparato, diseñado especialmente para recoger y retirar de orbita los residuos diseminados en el espacio.
Un artículo publicado por el sitio web «Space», Captura y Eliminación de Naves Obsoletas (OSCAR, según su sigla en inglés) llevará redes y amarras a bordo y trabajará en forma autónoma, con una mínima orientación por parte de controladores desde la Tierra.
«Le decimos a Oscar qué hacer y luego tenemos que confiar en ello», señaló el líder del proyecto, Kurt Anderson, profesor de Ingeniería Mecánica, Aeroespacial y Nuclear del Instituto Politécnico Rensselaer, con sede en Nueva York, Estados Unidos