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Hambre emocional: cinco claves para detectarlo

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Es una manera impulsiva y descontrolada de comer. Por qué se produce.

Pregunta: A mi hija la dejó su marido y está deprimida. Dejó de atender su negocio y engordó 20 kilos. Cuando pase el coronavirus le propusieron que se interne porque en la familia hay antecedentes de diabetes. Nunca imaginé que se pueda comer tanto y tan mal. M.A.D. de Z., Del Viso

Desde el nacimiento, el comer se entreteje con la vida emocional. Cuando un recién nacido comienza a ser amamantado no sólo recibe leche, sino que percibe el cálido contacto con la madre, caricias, mimos, palabras cariñosas.

Además se tranquiliza al advertir que desaparece esa desagradable sensación de hambre, combinación que comienza a adquirir para su psiquismo en formación un significado prevalente que la comida tranquiliza.

En todas las sociedades existe una asociación entre “celebrar y comer”, fácil de comprobar en cenas compartidas con parejas o amigos, en bautismos, comuniones o casamientos, en comidas de trabajo, en aniversarios, despedidas, etc.

El hambre es la señal del organismo que avisa que se deben reponer las reservas de energía a través de un complejo mecanismo que involucra una amplia variedad de sustancias químicas y hormonales.

Efectivamente, cada vez que una persona tiene hambre come, pero ¿cada vez que se come es porque se siente hambre? Comer por razones que no tienen que ver con el hambre es exclusivo del ser humano que no se evidencia en ninguna otra especie animal.

Así como comer tiene múltiples significados más allá de lo nutricional, lo mismo ocurre con el no comer. Desde siempre todas las sociedades han tenido prohibiciones definidas relativas a la ingesta de ciertos alimentos y/o en ciertas fechas, en su mayoría de origen religioso.

Así, los budistas sólo pueden ingerir pescados pero ninguna otra carne animal; los hindúes tienen prohibido comer carne vacuna; los judíos, carne de cerdo.También el ayuno está presente en casi todas las religiones. Su finalidad es la penitencia, el sacrificio a lo divino o el expresar rechazo por lo material.

En otras palabras, la comida estimula los mismos centros vinculados con el placer y la recompensa.

Muchos afirman –y con razón– que comer puede tener características adictivas ya que uno de los mensajeros químicos generado por la alimentación es la dopamina, un neurotransmisor vinculado con el placer y que todas las drogas incrementan de manera muy significativa, de tal forma que deja una huella indeleble en determinados senderos neuronales que es requerida a fin de no sentir la abstinencia y las consecuencias emocionales que conlleva.

También el ayuno está presente en casi todas las religiones.

Su finalidad es la penitencia, el sacrificio a lo divino o el expresar rechazo por lo material.

El hambre emocional tiene características típicas:

1) Tiene la función de llenar un vacío emocional.

2) Aparece de repente y con una necesidad que tiene que ser atendida de inmediato.

3) Se ingieren sólo alimentos hipercalóricos a base de dulces o hidratos de carbono.

4) No deja una sensación de satisfacción sino que produce culpa, vergüenza o arrepentimiento.

5) Sin embargo, vuelve a aparecer al poco tiempo, incluso llegando a producir atracones.

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