Algo más letal que, incluso, una pandemia mundial es sin duda la desidia por parte de aquellos actores sociales que tienen la obligación de asegurar el efectivo goce de los derechos individuales. Para eso fueron elegidos, para administrar y otorgar el ejercicio de derechos de la mejor manera posible.
En Río Grande la desidia no ha sido esquiva o, mejor dicho, no la han esquivado. Desde hace varios años, cada vez que llueve en la ciudad, las calles se ven inundadas por la gran cantidad de agua que recae sobre ellas y la falta de desagüe que permita disolver su concentración.

A lo largo de todos esos años hemos escuchado diversas excusas por parte de funcionarios municipales de Río Grande que nos decían que «las obras están en camino» o que «se tratan de lluvias extraordinarias», haciendo alusión al famoso «nunca llueve así» y que el problema pasaría prontamente.
Bueno, lamentablemente el problema no pasó y la desidia con que se manejaron en los últimos ocho años quienes hoy son gobierno provincial se nota día a día en las calles de Río Grande que entre agua y baches da una imagen vergonzosa.

Así es, esos mismos que ahora desde el gobierno provincial presentan una ley de emergencia económica para poder realizar -entre otras cosas- obras y generar empleo, son los mismos que se vieron involucrados por escándalos en el marco de obra pública cuando conducían la administración en Río Grande y, además, son los mismos que omitieron realizar las obras necesarias para mejorar la calidad de vida para los riograndenses.
Ellos quienes supieron gobernar Río Grande durante ocho años bajo el mando de Gustavo Melella ignoraban las críticas respecto a este tema y optaban -como siempre- indicar que quien señalaba un error u omisión era un «operador político» o se trataba de una «fake news», dándole la espalda al pueblo y negando su responsabilidad en el desastre que generaron.
Las calles de Río Grande, una vez más, fueron una radiografía que desenmascara la realidad y expresa el resultado de la desidia en su máxima expresión.