Se llama Jorge Diener y en su calidad de cientista social y director internacional del CMH forma parte de un de un experimento revelador para infectados moderados por COVID-19, que lleva el sello del prestigioso Centro Médico israelí Hadassah. El medicamento – hasta ahora utilizado para tratar la pancreatitis en Japón- crea un freno a través de enzimas para que el virus no pueda destruir las células sanas de los pulmones. Detalles del avance más importante desde que apareció el brote en China
El talento científico internacional por estas horas tiene los ojos puestos en Israel, más precisamente en el prestigioso Centro Médico Hadassah, en la mítica ciudad de Jerusalén, en este acuciante tiempo de pandemia global. El ensayo clínico creado a partir de un medicamento -camostat mesylate- que en Japón se utiliza para tratar la pancreatitis, ofrece un abordaje terapéutico revelador y abre una esperanza real contra el SARS-CoV-2: enfocar la cura en los pacientes moderados y no en los graves como la mayoría de los trials con fármacos contra el coronavirus. Y también despertó la atención mundial porque lleva el sello de prestigio científico del Instituto Médico y de la Universidad Hadassah.
El líder de la investigación es el director de Microbiología del Hospital Hadassah, Eyal Mishani, quien trabaja junto al argentino Jorge Diener, cientista social y director internacional del Centro Médico Hadassah, y responsable de la respuesta global de Hadassah al COVID-19 y la pata argentina de este grupo de talentos y mentes brillantes que no descansan, en pos de frenar la pandemia.
La investigación de Hadassah plantea en su pregunta fundamental un doble estándar que resulta virtuoso: un impacto individual que mejora -en un lapso corto- la salud del paciente; y un efecto social sobre la pandemia, al optimizar la infraestructura de salud y evitar que colapse. Es decir que menos pacientes moderados se conviertan en graves. Hace más de 20 años que el doctor Diener vive y trabaja en Israel; y muy orgulloso y estimulado por este hallazgo prometedor contra el COVID-19 lo detalló y analizó para Infobae:
–Doctor Diener, en plena evolución de la pandemia global por COViD- 19 encontramos a un científico argentino trabajando junto a un grupo de mentes brillantes del mundo para hallar la cura, desde el magnífico y potente Instituto de Medicina Hadassah, en Israel. En primer lugar, permítame felicitarlo y en segundo ¿por qué un tratamiento basado en este medicamento (camostat mesylate ) que en Japón se usa para curar la pancreatitis puede ser la punta de lanza para curar el coronavirus ?
-La respuesta tiene que ver primero con la urgencia que tiene el mundo científico hoy para poder encontrar la solución al problema de la pandemia por coronavirus en el menor tiempo posible. Y uno de los mecanismos más rápidos para llegar al desarrollo de un medicamento nuevo contra este mal -en este caso una pandemia global que azota al mundo entero- es trabajar e investigar de forma controlada sobre la acción de los efectos de un fármaco que, ya posee las aprobaciones correspondientes y que no tenga un riesgo de efectos secundarios de alto riesgo. Y así poder utilizarlo en forma experimental.
-Concretamente, qué está pasando ahora puertas adentro en la prestigiosa Organización Médica Hadassah. ¿Cuáles son los detalles de este estudio clínico? ¿Cuán cerca estamos de la cura del coronavirus?
-Aquí estamos trabajando incansablente y durmiento poco… un grupo de científicos del Centro Hadassah, liderados por el profesor Eyal Mishani, trabajando sobre la hipótesis de que mediante este fármaco, que se usa en Japón en pacientes con pancreatitis, se puede tener un efecto muy positivo al bloquear el ataque del virus sobre las células sanas del organismo.
-Sería un medicamento entonces que actúa en la etapa previa al desarrollo de la llamada “tormenta de citoquinas” ( la sobrereacción del sistema inmune para defenderse, en este caso del ataque del coronavirus) .
-Exactamente, esta es una droga que nos permitirá bloquear el ataque masivo, el colapso del sistema inmunológico del organismo que provoca esa llamada “tormenta de citoquinas” . De ahí su carácter revelador: el momento en el que actúa, precisamente antes de la tormenta. Esta droga ( camostat mesylate ) podría frenar el tsunami que provoca el coronavirus en el organismo. Y de alguna manera bloqueará la actividad del virus antes del colapso, por eso podría evitar que el paciente empeore. El medicamento en definitiva crea un freno a través de enzimas para que el virus no pueda destruir a las células sanas de los pulmones.
-Podría usted explicar el abordaje de esta investigación y cómo opera sobre el comportamiento del virus en el organismo. ¿En qué se diferencia este trial de otros tratamientos con fármacos que se estan haciendo alrededor del globo?
– Lo revelador que queremos demostrar con este experimento que estamos desarrollando en el Centro Médico Hadassah a través del fármaco es, primero tener un efecto inmediato; y segundo aplicarlo en pacientes infectados con COVID-19 de condición moderada, para evitar justamente que desarrollen una condición crítica. Y evitar así el colapso de la atención médica, que es uno de los desafíos más preocupantes que plantea esta enfermedad al mundo entero. Esta pandemia en muchos países obligó a jerarquizar a quienes atender y en el peor escenario obligó a los sistemas de salud a desatender pacientes.
El hecho de que el medicamento se pueda aplicar a pacientes moderados y que provoque una respuesta rápida es un efecto muy importante y diferenciador sobre el pronóstico de la enfermedad, en comparación con otro tipo de medicamentos que se están estudiando actualmente. Este es un fármaco que permite impactar sobre el tratamiento individual del paciente, y también sobre el pandemia en general al optimizar la infraestructura de salud. Y sobre todo permite, poder controlar que una gran cantidad de casos no pasen de moderados a agudos. Es decir detener los peores efectos de la pandemia.
La investigación de Hadassah plantea en su pregunta fundamental un doble estándar que resulta virtuoso: un impacto individual que mejora -en un lapso corto- la salud del paciente; y un efecto social sobre la pandemia, al optimizar la infraestructura de salud y evitar que colapse. Es decir que menos pacientes moderados se conviertan en graves. Hace más de 20 años que el doctor Diener vive y trabaja en Israel; y muy orgulloso y estimulado por este hallazgo prometedor contra el COVID-19 lo detalló y analizó para Infobae:
–Doctor Diener, en plena evolución de la pandemia global por COViD- 19 encontramos a un científico argentino trabajando junto a un grupo de mentes brillantes del mundo para hallar la cura, desde el magnífico y potente Instituto de Medicina Hadassah, en Israel. En primer lugar, permítame felicitarlo y en segundo ¿por qué un tratamiento basado en este medicamento (camostat mesylate ) que en Japón se usa para curar la pancreatitis puede ser la punta de lanza para curar el coronavirus ?
-La respuesta tiene que ver primero con la urgencia que tiene el mundo científico hoy para poder encontrar la solución al problema de la pandemia por coronavirus en el menor tiempo posible. Y uno de los mecanismos más rápidos para llegar al desarrollo de un medicamento nuevo contra este mal -en este caso una pandemia global que azota al mundo entero- es trabajar e investigar de forma controlada sobre la acción de los efectos de un fármaco que, ya posee las aprobaciones correspondientes y que no tenga un riesgo de efectos secundarios de alto riesgo. Y así poder utilizarlo en forma experimental.
-Concretamente, qué está pasando ahora puertas adentro en la prestigiosa Organización Médica Hadassah. ¿Cuáles son los detalles de este estudio clínico? ¿Cuán cerca estamos de la cura del coronavirus?
-Aquí estamos trabajando incansablente y durmiento poco… un grupo de científicos del Centro Hadassah, liderados por el profesor Eyal Mishani, trabajando sobre la hipótesis de que mediante este fármaco, que se usa en Japón en pacientes con pancreatitis, se puede tener un efecto muy positivo al bloquear el ataque del virus sobre las células sanas del organismo.
-Sería un medicamento entonces que actúa en la etapa previa al desarrollo de la llamada “tormenta de citoquinas” ( la sobrereacción del sistema inmune para defenderse, en este caso del ataque del coronavirus) .
-Exactamente, esta es una droga que nos permitirá bloquear el ataque masivo, el colapso del sistema inmunológico del organismo que provoca esa llamada “tormenta de citoquinas” . De ahí su carácter revelador: el momento en el que actúa, precisamente antes de la tormenta. Esta droga ( camostat mesylate ) podría frenar el tsunami que provoca el coronavirus en el organismo. Y de alguna manera bloqueará la actividad del virus antes del colapso, por eso podría evitar que el paciente empeore. El medicamento en definitiva crea un freno a través de enzimas para que el virus no pueda destruir a las células sanas de los pulmones.
-Podría usted explicar el abordaje de esta investigación y cómo opera sobre el comportamiento del virus en el organismo. ¿En qué se diferencia este trial de otros tratamientos con fármacos que se estan haciendo alrededor del globo?
– Lo revelador que queremos demostrar con este experimento que estamos desarrollando en el Centro Médico Hadassah a través del fármaco es, primero tener un efecto inmediato; y segundo aplicarlo en pacientes infectados con COVID-19 de condición moderada, para evitar justamente que desarrollen una condición crítica. Y evitar así el colapso de la atención médica, que es uno de los desafíos más preocupantes que plantea esta enfermedad al mundo entero. Esta pandemia en muchos países obligó a jerarquizar a quienes atender y en el peor escenario obligó a los sistemas de salud a desatender pacientes.
El hecho de que el medicamento se pueda aplicar a pacientes moderados y que provoque una respuesta rápida es un efecto muy importante y diferenciador sobre el pronóstico de la enfermedad, en comparación con otro tipo de medicamentos que se están estudiando actualmente. Este es un fármaco que permite impactar sobre el tratamiento individual del paciente, y también sobre el pandemia en general al optimizar la infraestructura de salud. Y sobre todo permite, poder controlar que una gran cantidad de casos no pasen de moderados a agudos. Es decir detener los peores efectos de la pandemia.
Aprobación y debate científico
El estudio clínico que está desarrollando Hadassah ya recibió la autorización del Comite de Ética de Helsinki de la Asociación Médica Mundial, que regula los principios éticos para las investigaciones médicas en seres humanos.
A esto se sumó un auspicioso debate científico que disparó la reconocida revista científica CELL cuando publicó un paper respaldatorio de científicos alemanes -el equipo del biólogo molecular Stefan Pöhlmann del Centro Alemán de Primates – sobre la acción de la droga (camostat mesylate ) y fundamentó que el medicamento puede evitar que el nuevo coronavirus, SARS-CoV-2, infecte las células pulmonares en el laboratorio. Entendiendo que los virus dependen de la maquinaria dentro de las células “huésped” humanas para sobrevivir y replicarse, por lo que evitar que el virus ingrese a ellas podría detener el virus en su camino.
Los criterios para la selección de pacientes que participan del ensayo clínico fueron definidos por una propuesta aprobada por el Comité de Helsinki responsable de experimentos médicos en humanos. Aquellos pacientes en las primeras etapas del coronavirus tomarán tres píldoras al día durante cinco días. Inicialmente, se seleccionaron 10 pacientes de 40 a 80 años de edad, en condición leve a moderada.
-Cómo analiza el camino que tomará esta investigación…
–Lo que esperamos con este estudio clínico que estamos desarrollando es “levantar una especie de muro” para proteger a las células sanas del organismo, una vez que el coronavirus ingresó en el cuerpo del paciente. Ayudará a prevenir la tormenta de citoquinas, ese colapso del sistema inmunológico en el organismo que a un grupo de infectados con COVID-19 los llevará a una condición crítica, y se requerirá respirador y cuidados intensivos en el sistema de salud.
La prueba de Hadassah también ilustra un nuevo enfoque para combatir el virus. Miles de científicos de todo el mundo están investigando medicamentos existentes como posibles terapias para COVID-19; la mayoría analizando antivirales, para tratar el Ébola, o Kaletra, un medicamento combinado contra el VIH. El virus no puede vivir solo. Necesita de los genes y proteínas de los humanos para vivir y replicarse. El mesilato de camostat o camostat mesylate es uno de varios fármacos candidatos que bloquean esas interacciones. No se dirigen al virus, sino al anfitrión.
Para identificar estas drogas, los científicos estudian la complicada danza molecular que ocurre entre un virus y sus células huésped. Por ejemplo, de trabajos anteriores, los investigadores saben en detalle cómo otros coronavirus, los que causan el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) y el Síndrome Respiratorio del Medio Oriente (MERS) , infectan una célula. Primero, una proteína en la superficie viral llamada espiga se une a un receptor en la célula humana llamada ACE2. Luego, otra proteína humana, TMPRSS2, escinde la proteína espiga, permitiendo que el virus se fusione con la célula y comience a replicarse dentro de ella.
– Doctor, ¿cuáles son los efectos colaterales o secundarios de esta droga sobre los pacientes infectados de coronavirus ?
– A todos los pacientes enfermos de coronavirus que actualmente entran al Centro Médico Hadassah y que no están en condición grave se les está suministrando esta droga como tratamiento. Claro que tiene efectos secundarios, y son temporarios. Si bien no son placenteros, tampoco son graves, como por ejemplo pérdida de pelo, diarrea. Por eso recibimos la aprobación.
En las próximas dos semanas tendremos que analizar los resultados de la evolución de los pacientes, que de acuerdo a su perfil y según criterio médico participan del experimento. Sería muy importante poder confirmar qué casos de infectados moderados no avanzan y se pueda evidenciar un retroceso.
Casi como una declaración de principios premonitoria, el ideario fundacional de la Organización Médica y humanitaria Hadassah -que opera los dos hospitales universitarios en Ein Kerem y Mount Scopus en Jerusalén, así como escuelas de medicina, odontología, enfermería y farmacología, afiliadas a la Universidad Hebrea de Jerusalén – ; en 1934, rezaba: “generar conocimiento médico que cure a la humanidad”. Ochenta años después ese frenesí científico está intacto y es el motor que permite diseñar el avance más importante contra el coronavirus, desde que apareció el brote en China.
fuente infobae