En los últimos tres años multinacionales como Alpargatas, General Mills, Hitachi y Carrefour, entre otras, decidieron retirarse o achicar su estructura local. La megadevaluación y la caída del consumo como denominador común.
La decisión del Grupo chileno Falabella de cerrar cuatro de sus tiendas departamentales y encontrarle dueño al resto de su estructura local resonó con fuerza durante los últimos días. Incluso algunos medios especularon que este sería el catalizador para que otras grandes firmas sigan el mismo camino. Lo cierto es que la actual crisis que atraviesan localmente las empresas, ya sean pymes o multinacionales, no es nueva. Según un relevamiento del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), sólo durante 2019 se produjeron 11,3 concursos y quiebras por día hábil.
En lo que respecta estrictamente a Falabella, la compañía ya había anunciado en febrero pasado su decisión de achicar su estructura operativa en la Argentina. Exactamente un mes antes de que el coronavirus se convirtiera en pandemia y se declarara la cuarentena obligatoria en territorio argentino, procedió al cierre de su emblemática tienda ubicada en la calle Florida al 600. La decisión se tomó mucho antes porque su rentabilidad venía en picada, producto en gran medida de la megadevaluación de la moneda pos-PASO -la mayoría de los artículos que comercializa localmente son importados- sumado a la caída en las ventas derivada de la crisis económica.
Concretamente, la decisión de Falabella que hoy parece preocupar a algunos economistas y miembros de la oposición se enmarca en un proceso que comenzó mucho antes de este 2020 y que se aceleró por la pandemia. Si de multinacionales que abandonan la Argentina se trata, bien sirve como ejemplo la firma Alpargatas de capitales brasileños, que sólo durante 2019 pasó de 7 plantas de producción y más de 3.000 empleados a quedarse con una fábrica de calzado localizada en Tucumán. En el ínterin se desprendió de todo el negocio textil por la caída de ventas y la pérdida de rentabilidad, cerró tres fábricas y vendió otras tres.
General Mills es otra compañía que decidió desinvertir en la Argentina y por eso en los primeros días de enero de 2019 le vendió La Salteña a Molinos Río de la Plata; antes se había desprendido de su negocio de congelados, que pasó a manos de Bimbo.
Hitachi, por su parte, el año pasado también anunció el cierre de sus oficinas en el país, la producción y comercialización de la marca pasó a manos de licenciatarios y ahora todas las decisiones respecto al mercado argentino se toman desde la filial brasileña.
Quizás más contundente fue la resolución de Pepsico, que en junio de 2017 cerró su planta industrial ubicada en la localidad bonaerense de Vicente López y despidió en forma inmediata a 600 personas. En aquel momento la multinacional explicó que la decisión se tomó ante una necesidad de reestructuración de su operatoria.
Por su parte, Carrefour ajustó su estructura local en 2018, argumentando “una situación compleja tras tres años de pérdidas” por la caída del consumo interno. En pocos meses cerró 6 locales y convirtió en mayoristas otros 16. En tanto, en las últimas horas algunos medios volvieron a poner en duda su continuidad en el país, pero lo cierto es que desde la cadena de supermercados salieron a negar contundentemente esas versiones e incluso detallaron que son parte del Consejo Federal Argentina Contra el Hambre.
Las nacionales también
Por supuesto que las firmas nacionales tampoco pudieron escapar de la debacle 2016-2019 y quizás en este caso el panorama fue todavía peor, porque no contaban con una casa matriz internacional con espalda financiera.
Tal es el caso de Arcor, quien cerró 2019 en rojo por tercera vez en su historia desde 1951. La primera fue en la crisis de 2001/2002, y luego en 2018, ya en la era Macri, perdió $1.010 millones. Además, durante el año pasado cerró dos fábricas en Mendoza y Río Negro y despidió 130 operarios.
Mientras tanto, la láctea SanCor, entre 2018 y 2019, vendió en total ocho de sus plantas industriales y cerró varios centros de distribución. Recién este año está intentando poner en marcha un plan de reactivación para recuperar el terreno perdido.
Hasta Loma Negra sufrió en carne propia la crisis. La caída en el consumo de cemento y el aumento de los costos en dólares llevaron a la tradicional cementera a ajustar su estructura con el cierre de plantas en Barker y Sierras Bayas, para concentrar su inversión en Olavarría.
La lista es realmente interminable, pero sirve quizás como un breve repaso al estado de situación de las empresas argentinas, que hoy continúan en terapia intensiva
Fuente: Critica Sur