En esta ocasión, ocurrirá sobre el mediodía del lunes 14 de diciembre, trayendo una noche súbita de dos minutos a distintas ciudades de las provincias de Río Negro y Neuquén. El próximo a nivel local será en 2048.
Una coincidencia cósmica. Una casualidad. O, según el físico e investigador de CONICET Guillermo Abramson, “simplemente una cosa que pasa delante de la otra”. Los eclipses totales de Sol, ese momento en que la Luna pasa exactamente frente a nuestra estrella y cubre por completo su luz, son de los eventos astronómicos más sencillos que la naturaleza regala. Sin embargo, lo simple no quita lo extraordinario, y este año tendremos la chance de disfrutar de cerca su espectáculo.
Este lunes 14 de diciembre, alrededor de las 13 horas, un eclipse total de Sol se verá perfectamente en toda la región que va desde el Volcán Lanín y Punta del Aguila, en Neuquén, pasando por Valcheta, Bahía Greek y Las Grutas, en Río Negro. En el resto del país y en toda Sudamérica también podrá observarse, pero de forma parcial.
“Si bien todos los años hay temporadas de eclipses, tenemos la suerte de que este pasará por la Argentina al igual que el que ocurrió en julio de 2019 en la provincia de San Juan. Eso es lo extraordinario: que haya eclipses totales de Sol en años consecutivos por la misma región. El del próximo año será en la Antártida y el siguiente que cruce el territorio argentino va a ser recién en el año 2048”, explicó Abramson en diálogo con Agencia CTyS-UNLaM.
El breve escondite de un gigante
Abramson indicó que, a diferencia de otros eventos astronómicos, los eclipses totales de Sol “no son gratuitos”, ya que, para verlos, “hay que ir a la región donde suceden”. “La razón para que esto ocurra es una coincidencia cósmica: la Luna es cuatrocientas veces más pequeña que el sol, pero está cuatrocientas veces más cerca. Eso hace que el Sol y la Luna tengan el mismo tamaño y que, durante los eclipses totales, esta pueda ocultar exactamente la parte brillante de la estrella”.
Según el divulgador, la diferencia entre un eclipse total y uno parcial es sustancial. “La alineación va a ser perfecta en una franja que viaja a miles de kilómetros por hora desde el océano Pacífico y, en Argentina, desde el volcán Lanín, hasta el balneario de Las Grutas”, añadió.
Esa franja dibuja la trayectoria de la punta del cono de sombra de la Luna, “que barre la Tierra durante el eclipse y apenas toca la superficie”. Así, quien logra observar el eclipse total es porque está ubicado en la punta del vértice de ese cono de sombra, una suerte de óvalo de alrededor de cien kilómetros de diámetro.
Cuando la Luna cubra por completo la fotósfera del Sol –la parte más brillante- se producirá una noche súbita en pleno mediodía, que durará alrededor de dos minutos y diez segundos, y que permitirá ver algunas estrellas e incluso planetas brillantes, como Venus y Mercurio, del lado izquierdo del Sol, y Júpiter y Saturno del lado derecho.
Pero quizás lo más extraordinario de ese momento es que, en su apogeo, se podrá ver la corona solar y sus múltiples rayos en danza. “La corona es la atmósfera del Sol y es una sustancia eléctrica gigantesca que envuelve incluso a los planetas. El campo magnético del Sol la acomoda formando tenues filamentos que se ven a simple vista y que, por su naturaleza dinámica, cambian de forma en cada eclipse”, agregó el investigador.
Algunas recomendaciones
Para poder disfrutar de este fenómeno astronómico sin riesgos es necesario estar preparado. Mirar fijo al Sol sin protección puede dañar la vista por acción de sus rayos ultravioletas. En los momentos previos al eclipse, conviene tener a mano gafas con filtros especiales para la radiación.
En caso de no conseguirlos, recomendó utilizar vidrios de máscara de soldar número 12 o superior, que se pueden adquirir en ferreterías y suelen ser más económicos. Una vez que llega el eclipse total, hay que quitarse estos protectores para poder apreciar el evento. En esos instantes, también se puede usar binoculares.
Y, si no se cuenta con ninguna de las opciones anteriores –y se quiere aprovechar la ocasión para jugar un poco- el experto recomendó observar el eclipse en el suelo usando un colador, una espumadera o algún cartoncito calado con agujeros. Proyectando el eclipse sobre una superficie lisa con estos utensilios, se puede apreciar las fases del fenómeno sin perderse de nada.
Para Abramson, el espectáculo no sólo se queda en el cielo, sino que envuelve todo el entorno en el que se encuentren los observadores. Por ejemplo, adelantó que también hay algo bello para capturar en el paisaje bañado por ese anochecer repentino, y que, cuando la corona solar se haga visible, detenerse a mirar las raras sombras que proyecta sobre los objetos es otra imagen para guardar en los recuerdos.
“Los eclipses son una de las cosas que más capturan la imaginación de la gente y la razón es que son preciosos. El eclipse, como fenómeno físico, es una pavada. Sin embargo, así de sencillo como lo vemos, es capaz de producir uno de los eventos naturales más hermosos y de conmover profundamente a quien lo vea”, expresó el investigador