Con promesas de mejorar la democracia y bajar el gasto político, proponen para Ushuaia el sistema electoral de balotaje, acción que no respetaría la voluntad del electorado que en primera vuelta imponga con su voto en mayoría, al candidato de su preferencia.
Mientras algunas personas intentan utilizar las herramientas de la democracia en búsqueda del bienestar general, otras sólo las contemplan para encontrar el modo de deslegitimar -en un marco de legalidad- la voluntad popular. O en todo caso, darle a sus candidatos un “segundo tiempo”, que amplíe la posibilidad de acceder al ejecutivo municipal.
El balotaje pocas veces ofreció instancias favorables para las mayorías pobres -que tienen la oportunidad a través del sufragio-, de elegir a quien consideren representa sus intereses, derechos o expectativas de un mejor vivir. Podríamos nombrar las elecciones del 2003 que puso en el poder a Nestor Kirchner, y que devino en los 12 años de gestión (junto a los dos mandatos de Cristina Fernández) de claras conquistas de derechos para los sectores más vulnerables, como uno de los pocos ejemplos.
En tiempos donde a viva voz -y en nombre del “achicamiento del gasto público”-, los referentes nacionales de la oposición al Frente de Todos, dicen que “borrarían” de un plumazo a Aerolíneas Argentinas, o que harían volver a las AFJP, extender la edad jubilatoria, o aplicar una reforma laboral feroz.., sus versiones locales hablan de achicar a un 30% la planta política del concejo deliberante.
El ejercicio de la memoria nos permitirá observar que ante tales propuestas, esbozan al mismo tiempo otras como el balotaje. Queda a las claras que mientras piden achicar el “gasto polìtico”, por otro lado piden ampliar el gasto público proponiendo una segunda instancia electoral.
No es el fuerte de quienes representan al PRO en la ciudad, la coherencia, y no es el GASTO el verdadero eje de la discusión. El verdadero EJE, de lo que no van a sincerarse nunca, es que buscan por todos los medios, asegurarse un sistema electoral que les permita tener más posibilidades de llegar al poder.
Pero este es un fenómeno que se extiende en todos los ámbitos y en todo el territorio electoral, y que los caracteriza. No fue hasta hace poco donde referentes nacionales del PRO y el Radicalismo (Juntos Por el Cambio) se oponían a las PASO nacionales por considerarlas un gasto innecesario, pero que hoy, ante la posibilidad de que se den de baja por cuestiones económicas, pongan el grito en el cielo reclamando su vigencia.
Una vez más, queda en evidencia que no buscan el bienestar general, sino imponer su mirada de país, al menos por ahora, inmersos en el ejercicio de la política, política que al mismo tiempo demonizan.
Más allá de las estrategias discursivas -del engaño que plantean cuando hablan de achicar el gasto político al mismo tiempo que proponen ampliarlo con otras iniciativas-, lo que está en juego en estas instancias definitivas de la discusión por una nueva carta orgánica municipal, es la voluntad popular. “Popular” que viene de Pueblo, el que conformamos quienes elegimos vivir en esta bella ciudad, más allá de sus preferencias políticas o creencias religiosas, voluntad que se expresa con el voto y que esperemos conserve el atributo de designar en un único sufragio a sus representantes.
No caigamos nuevamente en otro cuento del tío, el balotaje no deja de ser una nueva versión de los “espejitos de colores”.
Por Cristian Cazal
laterceraplaga.