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El abuso de poder y la misoginia que residen aún en la política

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No soy un gran adepto a escribir sobre noticias judiciales. Creo que en lo que refiere a causas, muchas veces menos es más y, evitar los recursos literarios estéticos, tiende a ser el mejor camino a seguir. No obstante, ciertas situaciones superan lo que uno gusta o prefiere, y aquí es más importante el deber como periodista de informar.

El jueves pasado se volvió conocida una situación muy triste dentro de lo que es la política fueguina. La ex-legisladora, Amanda Del Corro, presentó una denuncia por violencia de género al actual legislador de FORJA, Emanuel Trentino. La misma, se realizó en la comisaría de género y la denunciante fue acompañada por su abogado Félix Santamaría. Luego de la exposición policial, la causa fue enviada al Juzgado N° 3, a cargo del Dr. Federico Vidal.

A fin de ser lo más claros posibles, evitar suposiciones y malos entendidos, lo que describiremos en los siguientes párrafos es lo que figura en la denuncia. Posterior a dicho recorrido por los eventos del día sábado 16 de octubre, me gustaría poder dejar una reflexión sobre el hecho.

Era el día sábado, 16 de octubre. A pedido del legislador Trentino, varios de los asesores del mismo, incluida Del Corro, se reúnen en un local partidario, a fin de analizar un viaje que el edil había realizado a la Ciudad de Buenos Aires. Dentro de los presentes se encontraban la secretaria administrativa del despacho y por lo menos, 6 personas más.

Trentino, que ya habría llegado molesto a la reunión, hizo recriminaciones a una de las secretarias presentes. Pasado un tiempo de la misma y con la mayoría del personal retirado, coincidieron denunciado y denunciante en la cocina de la casa que sirve como local partidario. Allí, fue cuando el legislador, levantando la voz, le dijo a los gritos “no ves que no funciona nada… no funciona. Llamá a todos, a los 72 asesores que tengo. Vos no entendés nada, yo soy un súper dotado, soy superior a todos ustedes…”. Arrinconando a Del Corro contra la puerta, el legislador habría lanzado tres golpes a la puerta, pasando la mano muy cerca de la cara de la víctima, todo esto mientras gritaba improperios llenando la cara de la denunciante de saliva.

Luego de la tensa situación y, tratando de salir del lugar, la denunciante le habría dicho “¿Vos entendés que de ser un hombre nos hubiésemos agarrado a las piñas?” a lo que el legislador habría contestado “Tocame y te cago a trompadas”. Ante este último intercambio, la ex legisladora Del Corro decidió retirarse a su domicilio acompañada por unos compañeros de trabajo, dado el estado de nervios en el que se encontraba.

La situación descrita en la denuncia, aunque breve, contiene un altísimo grado de violencia y denota un muy preocupante y repudiable comportamiento del legislador Emanuel Trentino. Quitando el género de los involucrados, tratar a un ser humano con semejante nivel de desprecio y prepotencia, no es acorde al arquetipo de ciudadano modelo que uno esperaría en un funcionario público electo por el pueblo. Si a ello le sumamos la dinámica de poder de empleador-empleado y las diferencias asimétricas propias de una sociedad con reglas patriarcales, algo aún más presente en ámbitos como la política por su gran presencia de hombres, la denuncia toma un grado mayor en importancia.

No es sólo “una discusión” elevada de tono entre un jefe y un empleado, es un hombre ejerciendo una posición de poder hacia una mujer, contando con esa amenaza de violencia física para ejercer violencia psicológica y emocional. Uno podría presumir que en la misma situación, hipotéticamente, Trentino no actuaría de tal modo ante un hombre que trabaje bajo su mando. En criollo y dejando de lado el lenguaje más preciso “se hace el guapo”.

No estamos hablando de rumores, de chusmerío de pasillo, estamos hablando de una denuncia con curso legal. Amanda hizo una de las cosas más difíciles que hay en estos casos: denunciar. Supo que la situación era injusta y, luego de asesorarse con su letrado, pedirá por la exclusión de acercamiento del legislador en cuestión. Se arriesga a las críticas, falsas declaraciones sobre su carácter y otra infinidad de situaciones que atraviesan las mujeres en el proceso de denunciar situaciones de violencia, para que se haga justicia.

Espero, y quiero creer, que desde el lado del legislador irán a la justicia y no intentarán embarrar la cancha. En política ante cualquier situación que no sea en beneficio de uno, casi en una recreación de las Fábula de Esopo, los funcionarios públicos suelen recaer en gritar ¡Lobo!, o en este caso “operación política”. Aquí estamos hablando de una situación de violencia, lisa y llanamente. No hay más motivo que experimentarla y poco se “gana” con respecto a su denuncia, más que conseguir esa justicia tan esquiva para las mujeres en este tipo de situaciones.

Ahora, además del Dr. Federico Vidal, otra parte importante recaerá en los legisladores, que deberán seguir atentamente la causa. En la Legislatura de Tierra del Fuego, donde muchas veces surgen grandes retóricas sobre la igualdad de género y el impulso de medidas a favor de las mismas, tendrán la oportunidad de poner en acciones sus propias palabras. Esperemos que no pesen más los acuerdos políticos o la “rosca” que la noción de lo que está bien y lo que está mal. Trentino, según detalla el relato en la denuncia realizada por Del Corro, abusó de su poder y fue agresivo, aprovechándose no solo de su condición de hombre sino de legislador.

“El único Estado estable es aquel en que todos los ciudadanos son iguales ante la ley”- Aristóteles. Esperemos que Trentino no tenga “coronita”.

Fuente elcopernico.

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