Rodolfo Rocha tenía 87 años y como su cuadro de coronavirus se complicó, los médicos le otorgaron un último deseo.
En pocos casos, algunos pacientes de coronavirus pueden despedirse de sus familiares antes de morir. Tal es el caso de Rodolfo Rogelio Rocha, un hombre de 87 años que pidió solo un deseo: hablar con su esposa, Ana María Pérez.“Fue una reunión en la cual ellos generaron un ambiente de paz y amor”, reveló su nieto Gustavo Nardi, quien contó cómo fue el último encuentro entre los dos.
Rodolfo y Ana María hacía 60 años que estaban juntos. En los últimos años ella enfermó de Alzheimer, pero aun así lo recordaba.Cuando él se contagió de coronavirus, tuvo que ser internado en el Hospital Universitario de Mendoza. Su estado de salud se fue agravando con el paso de los días y por eso le pidió a los médicos que le dejen cumplir su último sueño: ver a su compañera de toda la vida.“Nos habían informado que sus pulmones tenían un daño irreversible y solo quedaba esperar”, señaló en ese sentido el nieto a MDZ. Los profesionales lo autorizaron, y fue así que pudieron despedirse.En cuanto a aquel momento, Gustavo relató: “Fue una reunión en la cual ellos generaron un ambiente de paz y amor, solamente eran ellos en su mundo disfrutando este contacto directo”. “Los dejamos solos y nos quedamos mirando desde lejos. Se miraban, se acariciaban”, agregó.Mientras tanto, hubo un detalle muy conmovedor: “Al principio ninguno podía hablar, pero mi abuelo comenzó a decirle que pronto volvería a casa”. Sin embargo, una semana después, Rodolfo partió.
En esos 60 años de amor, Rodolfo y Ana formaron una familia extensa: entre sus hijos, nietos y bisnietos son 28. Y cuando ella enfermó, él se dedicó a cuidarla. Según indicó Gustavo, todas las noches dormían agarrados de la mano, y su abuelo se la pasó investigando en actividades y cosas que la ayudarían con el Alzheimer.
Fuente Mitre
