El llanto de una vecina, en el hall del ex casino:
Ayer jueves 15 de abril, en el hall de entrada del edificio en el que funcionaba el Casino Club, en Maipú entre Sarmiento y Belgrano, una mujer pasó del tono de súplica al llanto cuando el personal sanitario se negó a atender su reclamo: “- Mi mamá tiene 79 años y recibió la primera dosis de la vacuna Sputnik V a mediados de marzo. Ese mismo día le dieron el turno para la segunda dosis, pero después la llamaron por teléfono para decirle que la aplicación quedaba suspendida por 60 a 90 días por disposición del Gobierno nacional. Una amiga de ella, de la misma edad, fue vacunada por segunda vez el miércoles 14 de abril, también con Sputnik, al igual que otras personas con menos años”, comenzó explicando la angustiada mujer a una enfermera que se acercó después que un policía le impidiera de modo tajante el ingreso al salón.
“Mi mamá está en el auto esperando”, insistió ante la molestia de la enfermera que repetía como una letanía: “No hay vacunas. Tiene que esperar a que la llamen. No hay vacunas”. Ante el hecho confirmado de la vacunación esta semana de otras personas con Sputnik y Sinopharm, de igual o menor edad, la vecina, sintiéndose impotente, siguió intentando que alguien le diera una explicación, sumándose a la escena una mujer que se presentó como doctora. Esta persona le reiteró más o menos en las mismas palabras lo dicho por la enfermera: “Tiene que llamar por teléfono. Nosotros no damos los turnos”. Ante ello, la desesperada hija se quebró: “Les digo que hasta ayer ustedes estuvieron vacunando a personas de la misma edad y a otras que ni siquiera tienen los años ni la situación de riesgo de mi madre. Ushuaia es chica y nos conocemos todos. ¿Cómo hay vacunas para unos y para otros no?. ¿Por qué no nos dicen la verdad y por qué están procediendo tan injustamente?.
Con fastidio, a la médica se la escuchó responder: “No es cierto. Capaz que usted escuchó versiones de que el sistema de turnos no es ordenado, pero no es cierto. A ver, tomale el número de teléfono – dirigiéndose a la enfermera – y ya la vamos a llamar”.
Sin más que poder hacer, la protagonista de este episodio, cuya identidad reservaremos a su pedido dado que teme que por represalias su madre pueda ser definitavamente excluída de la vacunación, se secó la cara para disimular las lágrimas y volvió a su vehículo: “Me dijeron que ya te van a llamar, mamá”.
Diario Prensa