Eran los clásicos del fin de semana. Cientos de familias los visitaban cada viernes, con la esperanza de disfrutar del último estreno o aquel clásico postergado tantas veces. Eran lugares de encuentro para solitarios, de aprendizaje para cinéfilos y de distracción para los de agenda ajetreada.
Son (o eran) los videoclubs. Espacios que proliferaron en la década de los 90, encontraron su pico en los 2000 y comenzaron su declive a partir del 2010, con la aparición del Internet y la piratería.
Quizás el caso más emblemático es el de la súper conocida cadena Blockbuster: fundada en 1985 por David Cook, en los años 90 tenía una cuota de mercado del 25% mundial. En el año 2004 contaba con 9.000 videoclubes repartidos por todo el mundo. Hoy solo quedan seis en Alaska, y uno en Bend, Orgegon.
Río Grande no es la excepción y con el tiempo los vecinos fueron lamentando el cierre de viejos conocidos, como el Club Quilmes o el más reciente CIC. Sin embargo, uno de estos videoclubes permanecía estoico, sobreviviendo a los avatares de las múltiples crisis y las nuevas tecnologías: se trata del Aquarium.
Ubicado en la intersección de Camilo O´Gorman y Alicia Moreau de Justo, este DVD Club ya avisa a su clientela, a través de un enorme letrero, que ha comenzado una «liquidación total de pelis por cierre».
¿Cuántos de vecinos de Chacra II y alrededores rentaron alguna vez una película en el lugar? ¿Cuántos habrán pagado alguna «multa» por infringir los términos del alquiler y devolver la película fuera de tiempo? Todo esto quedará en anécdotas, como quedaron tantas otras historias de los videoclubes de Río Grande, que como en todos los lugares del mundo se extinguen.
Fuente radiofueguina.