Es la panadería la “La Unión”, de Tolhuin. Estaba ubicada entre Ushuaia y Río Grande. El cierre del turismo no les permite seguir después de 37 años. El empresario compartía sus vacaciones con los empleados.
“La puse en venta. ¿Para qué me sirve ya? No vale la pena tenerla”. Emilio Sáez habla de una casa que tiene en un complejo de Puerto Madryn, en Chubut. Es una casa muy linda, con pileta de natación climatizada incluida. Emilio no vive allí. Reside en Tolhuin, cientos de kilómetros más al sur, donde tiene un parador histórico: “La Unión”. O mejor dicho, tenía. En los últimos días decidió cerrarlo. El coronavirus se cobró un nuevo complejo emblemático que su dueño puso en marcha hace 37 años “cuando en Tolhuin éramos 100 habitantes”, le dijo a Clarín.
La referencia de la casa de Madryn no es en vano. Forma parte de este hombre que es un personaje en si mismo, ahora sumido en «una gran tristeza», como él mismo definió su actual estado de ánimo. A la ciudad chubutense viajaba con algunos de sus 20 empleados, de vacaciones. “Iba con ellos, la pasábamos bárbaro. Y pensar que ahora estamos hablando de cerrar el negocio, de las indemnizaciones. Me cuesta mucho. No lo aguanté. No doy más. Me entregué ”, aseguró resignado.
Sáez es crítico con las políticas que lleva adelante el gobierno con el tema de la pandemia. Tolhuin, una localidad ubicada entre Ushuaia y Río Grande tiene 9.000 habitantes. Un lago imponente y lugares paradisíacos muy visitados por el turismo. Cómo las dos ciudades más importantes de Tierra del Fuego están «cerradas» a los visitantes, «Tolhuin es un desierto. No pasa un alma por acá. Entonces nosotros no podemos trabajar. Hasta a veces debemos tirar mercadería porque no se la vendemos a nadie. Acá paraban colectivos, combis, autos particulares. En un fin de semana largo llegamos a atender a 5.000 personas. Pero esto se convirtió en un desierto. Me hace acordar en la época en que abrimos cuando mi papá golpeó el mostrador para que haya un poco de ruido ”.
Emilio dijo también que se siente “un argentino de cuarta. Acá nadie sostiene a las pymes. Y yo les digo que los cierre de las pymes van a arrastrar a todo el mundo. Nadie se calienta. Los políticos tienen su sueldazo y acá la mayoría son empleados públicos. Hace meses que no trabajan e igual cobran el sueldo. No lo digo por envidia. Pero que alguna vez nos «tiren un centro» a los privados «.
El empresario está a punto de cumplir 66 años (el próximo 4 de octubre). “A mi edad debería estar descansando. Y sin embargo estoy sufriendo porque voy a perder el sacrificio de toda una vida ”. Aunque mantiene la esperanza de poder volver “al ruedo” lo ve difícil pero igual le aseguró a este diario que “el cierre no es definitivo. Este es un parador histórico y es mi vida también. Pero, ¿alguien puede aguantar siete meses cerrado? No se aguanta, ni acá ni en ninguna parte del mundo ”.
Finalmente y visiblemente angustiado por esta realidad que nunca pensó vivir, Emilio Sáez aseguró que “esto más que una empresa funciona casi como una cooperativa. Yo no tengo cara para echar a mis empleados. Pero nos reunimos y tuvimos que tomar una decisión. Vendíamos el 20 por ciento que es igual a nada. Y muchas veces nos sobraba comida que terminábamos tirando. Era una pena. Entonces, para qué seguir. Hay gente que puede aguantar dos años sin trabajar. Total el Estado se hace cargo. Pero a mi me quieren dar un crédito que después no voy a poder pagar.
Entre las salidas que realizaron con sus empleados y sus familias, una fue a Salta. A la procesión de la Virgen de los Milagros. Una “cuestión de fe” que pese a todo, el hombre no pierde aún sosteniendo que “en este momento Tolhuin es una isla dentro de otra isla. Así es imposible ”.
Fuente: CLARÍN