Tres expertos explican cómo y por qué el aislamiento social obligatorio, a raíz de la pandemia por el coronavirus, agudizó los trastornos del sueño preexistentes.
De acuerdo a un estudio realizado por la Federación Latinoamericana de Sociedades del Sueño , 60 por ciento de los individuos que residen en zonas donde el coronavirus está presente, sufre algún tipo de trastorno del sueño. Previo a la cuarentena, estos problemas sólo afectaban a un 20 por ciento de la población.
Sumado a los malos hábitos que tiene gran parte de la sociedad, tales como cenas copiosas, actividad física por la noche, exposición a pantallas hasta tarde, entre otros, se instaló una situación de alarma y angustia: la pandemia.
“El miedo al contagio propio o de nuestros seres queridos, las preocupaciones por la salud, la seguridad económica u otros temas más personales que generan angustia, son sumamente perjudiciales para conciliar el sueño, por eso aumentaron los trastornos del sueño en este período”, subrayó el doctor Daniel Pérez Chada, Jefe de Neumonología del Hospital Austral y Director de la Clínica del Sueño de la misma institución.
“Durante el día estamos contando muertos y contagiados. Es lógico que tanta angustia se refleje en nuestra calidad de sueño. A todo esto, además, se le sumó el teletrabajo, la escuela virtual y la pérdida de la rutina o de los horarios y dichos factores también distorsionan mucho los hábitos de descanso”, apuntó el Jefe de Neumonología del Hospital Austral.
El doctor Diego Golombek, investigador del CONICET en el Laboratorio de Cronobiología de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQui), indicó que “por ejemplo, la falta de una rutina en niños, niñas y adolescentes además conspira con una buena calidad de vida y con sus índices de productividad”.
“Es recomendable que los menores tengan un diario o un ordenador de las tareas de cada día para que el tiempo subjetivo no se estire tanto, se consolide el reloj biológico y el cerebro perciba la satisfacción de esta tarea cumplida”, aconsejó el investigador de UNQui.
Otro grupo afectado por el stress, la angustia y el desbarajuste de horarios para dormir es el del personal de salud. “Hay investigaciones de Italia y de Corea que registran una peor calidad y una menor cantidad de sueño por día en los trabajadores sanitarios. Esto produce un mayor aumento de errores o accidentes de trabajo y disminuye la productividad”, alertó Golombek.
En línea con esta idea, el doctor Perez Chada destacó que “además de la gran responsabilidad que tienen estas personas, debemos contemplar la angustia que tienen por temor a contagiarse mientras trabajan y por el riesgo que existe de llevar la enfermedad a sus casas. Estas preocupaciones impactan directamente en su calidad del sueño”.
Un problema con antecedentes
Para los investigadores consultados, el aislamiento social vino a profundizar una situación preexistente. “Hace mucho tiempo que reducimos horas de sueño nocturno en pos de prolongar artificialmente el día. La mayoría de las consultas que recibo normalmente son porque la gente se queda hasta la madrugada viendo series o navegando en pantallas y eso produce consecuencias en nuestro cuerpo que no todo el mundo conoce”, señaló Perez Chada.
“Los ritmos circadianos son los cambios físicos, mentales y conductuales que, siguiendo un ciclo de 24 horas, responden a la luz y la oscuridad del ambiente”, definió el doctor Daniel Cardinali, Investigador Superior del CONICET, Director de Docencia e Investigación y de la Carrera de Doctorado en Ciencias Biomédicas de la Facultad de Ciencias Médicas.
Pero el trabajo para inducir al sueño es en equipo: la melatonina y las células ganglionares, que actúan de vigías del ritmo circadiano, son claves. El problema es que la melatonina, una hormona que abre las puertas del sueño, se inhibe ante la presencia de luz en el ojo, hecho que conspira contra el descanso.
“Así es como la exposición directa de la retina a la luz de cualquier tipo de dispositivo, pero, sobre todo, a los de luces azulinas, genera una reducción en los niveles de melanina y activa los circuitos que provocan el estado de vigilia en el hipotálamo”, explicó Cardinali en diálogo con Agencia CTyS-UNLaM.
“Durante la cuarentena – puntualizó el investigador – no tenemos muchas opciones de entretenimiento y una de las más populares es el uso de plataformas on Demand o de streamming. Esto genera una mayor exposición a las pantallas con luces azulinas y por ende la activación de estos circuitos”.
Como enfoque terapéutico para aquellos que tengan problemas con el sueño durante la pandemia, el doctor Cardinali sugirió, además de la consulta con un médico, “exponerse al Sol durante 20 o 30 minutos entre las 8 y las 10 de la mañana para activar el reloj biológico, en lo posible realizar actividad física matutina y, por las noches, tomar un comprimido de melatonina para consolidar el ritmo circadiano sin entrar en terapias nocivas como las que incluyen benzodiacepinas u otros ansiolíticos”.
Fuente: Critica sur