Dicen que uno de los aspectos fundamentales para poder superar una crisis es ponerse al frente de la misma y dar la cara ante los ciudadanos, con una comunicación pedagógica, que ayude a atravesar el conflicto.
Dicen también que es tiempo de decir exclusivamente la verdad, sin eufemismos, ni demagogias. Un momento para no “adornar” la realidad con slogans vacíos, ni anunciar cosas que luego no se cumplen.
La construcción de la credibilidad es fundamental para brindarle a la gente certezas y ayudarla atravesar por ese momento excepcional signado por la crisis.
Ponerle el cuerpo y decir la verdad son dos valores esenciales de un buen gestor de crisis. Los tiene Alberto Fernández y por eso crece en las encuestas, con niveles de aprobación cercanos al 90%.
Nada de esto ocurre en la provincia con más infectados por el COVID-19 por habitantes: Tierra del Fuego. En la provincia hay 33 casos positivos, la mayoría pertenecen a la ciudad de Ushuaia y 1 a la ciudad de Río Grande. 13 casos se sumaron en las últimas 24 horas lo que muestra una aceleración de la curva de crecimiento.
Sobre una población proyectada de casi 174 mil habitantes, los 32 casos de ayer representan una tasa del 19%, la más alta por lejos en todo el país. Esto también se observa en las curvas exponenciales de crecimiento:
La única cuestión clara es que la provincia más comprometida del país es Tierra del Fuego y que los lugares de ingresos fueron o el puerto o el aeropuerto, o ambos. Hay que recordar que mientras el Gobierno Provincial se negaba a clausurar el puerto de Ushuaia pese al pánico que los vecinos de la ciudad empezaban a mostrar a los turistas, y si esto no fuera poco, decidió trasladar a los turistas del puerto al aeropuerto sin las mínimas medidas de seguridad sanitaria. De allí que el foco de contagio se haya propagado tan rápidamente entre el personal de la PSA y que haya terminado con la provincia completamente aislada, infectada y sin las herramientas sanitarias y el personal médico y de enfermeros con los que cuentan otras provincias.
Pero si solo consideramos la ciudad de Ushuaia, donde se encuentran 32 casos sobre una población estimada en 80.000 habitantes, las cifras son aún más alarmantes, porque la tasa de infectados por cada 100.000 habitantes se eleva a 41,25%, el doble que en ciertas regiones de Italia.
Es decir, que el eje de la crisis sanitaria está en la ciudad de Ushuaia. Es allí donde el gobernador Gustavo Melella no está desde hace casi 2 semanas. Se ha recluido en Río Grande, donde habla con muy poca gente y ni siquiera pisa la capital de la provincia. El caso de Melella es lo opuesto a lo que se debe hacer en una crisis.
En lugar de liderar el proceso de crisis en la ciudad capital, pareciera haberla dejado abandonada, signando un destino de contagios y abandono. Las consecuencias de esta absoluta desidia la padecerán todos los vecinos no solo ahora, sino sobretodo en los próximos meses, cuando la innoble marca del Coronavirus termine por destruir a imagen de la Ciudad y con ella el turismo del que viven 16 mil familias.
Un gobierno que no tiene voceros serios, y que realizan apariciones espasmódicas con anuncios inverosímiles, como los de la Ministra de Obras y Servicios Públicos Gabriela Castillo recorriendo las instalaciones del Casino, mientras “reflexionaba” sobre lo que allí se podría hacer. Una crisis no es tiempo de reflexionar, es tiempo de actuar y de dar respuestas y comunicaciones concretas.
La sensación de que se nos rien en la cara llegó al extremo a que en las redes oficiales de gobierno anunciaron las medidas oficiales de emergencia con un muy sugestivo texto: “Estas son las medidas anunciadas para el sector bla bla bla…”.
Este es el relato melellista en su estado puro: pura cáscara, vacío de contenido y de convicciones. Hecho para la tribuna y sin responsabilidad. Tal como ocurrió con las idas y vueltas sobre los vuelos a Río Grande, que terminó dejando a la provincia completamente aislada, sin conexión con el continente ni por carreteras, ni por barcos, ni por aviones.
A Melella la crisis lo agarró con las defensas bajas y pareciera sin voluntad de liderar correctamente el proceso. Pero además dejó al desnudo el entramado de poder que lo sostiene, la inoperancia galopante de su gabinete y el entramado de mentiras, engaños y demagogias que le permitieron llegar a la gobernación, pero que le impiden gobernar con eficiencia y transparencia el proceso que actualmente padecen los fueguinos.
Fuente: 94diez.com